Muerte en la vicaría

Sin duda leer a Agatha Christie siempre es como volver a casa, me da esa sensación de reconocimiento, de llegar a un lugar conocido, placentero y seguro.

Mientras leía este libro recordaba cuando leí por primera vez a esta autora, tal vez tendría unos 14 años, me encantó y sorprendió a esa edad y muchos, muchos años después sigue consiguiendo ese mismo sentimiento, esa sensación de fascinación que me da el leerla, que siempre me sorprende el talento que tenía Agatha Christie para enredar una historia para luego irla desenredado de maneras tan inteligentes y sorprendentes.

No es casualidad que haya tantos escritores hoy en día que quieran emular a esta escritora a la hora de escribir novela policiaca o novela negra, no todos lo logran por supuesto, pero la cuestión es que esta mujer definitivamente tenía una mente bastante retorcida y privilegiada.

Otra cosa que me enamora de Agatha es su capacidad de darnos a conocer a todos sus personajes, es fácil odiarlos, amarlos y convertirlos en sospechosos, en este libro en particular me ha llamado poderosamente la atención que el policía encargado de la investigación sea un misógino y que siempre ponga en ese personaje frases como “las mujeres no son asesinas, tienen demasiada poca imaginación para eso” o “las mujeres no son buenas pensando”, de verdad odie a ese personaje, tal vez me equivoque, pero creo que nuestra Agatha quiso hacer una parodia de alguien que ella conocía para crear este personaje.

Además, hay que reconocer que, en este caso muy particular, sobresale los tintes de humor que hay en toda la trama, tiene unos puntos incluso hasta satíricos que son de una genialidad increíble.

Como siempre es un deleite leer a esta mujer, me encanta volver a ella y me encanta saber que me faltan muchos libros por leer de ella y que gracias al cielo fue tan prolífica escritora, así que seguramente algún día me lea todos los libros que me faltan