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Siempre es un placer leer y releer a Agatha Christie, y tratándose de Diez Negritos, el placer se hace mayor. Estos diez personajes, cada cuál más odioso, logran mantenernos alerta y hacernos entrar en el juego del misterio desde el primer momento. Un Christie en toda regla y en ese sentido esta historia jamás defrauda. La primera vez que lo leí, hace como mil años, lo devoré de un bocado y me gustó mucho la experiencia. En esta nueva lectura lo devoré exactamente igual, porque el libro así lo pide, pero descubrí que, sin querer, me centré mucho en un par de aspectos que en mi primera lectura no recuerdo haber considerado tanto. El primero de ellos fue lo antipáticos que me resultaron los personajes; experimenté un gusto amargo con sus ideas, motivaciones, con su forma de ser y proceder. Lejos de ser un aspecto negativo, creo que esta vez me acerqué más a ellos; me atraparon más sus particularidades y menos el grueso de la historia. Me lo pasé genial odiándolos. La segunda cosa que llamó poderosamente mi atención es la cantidad de libros, series y películas que, ahora sé, le deben mucho a Agatha Christie, pero a este libro en particular. La historia podría haberse cerrado en un momento concreto, sin una resolución, y ser igualmente impresionante; muy en la línea de varios thrillers de hoy en día. Pero bueno, sin resolución no sería un libro de Agatha Christie, supongo. Una gran opción siempre. Ser uno de los libros más vendidos de la historia del mundo lo avala más que cualquier cosa que yo pueda decir. Diez Negritos tendrá nuevos lectores toda la vida, seguro. |
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