La voz dormida

La voz dormida, de Dulce Chacón

Pepita, Hortensia, Reme, Tomasa, Elvira, Paulino, Felipe, la Zapatones, Tensi, Benjamín, don Fernando… son algunos de los protagonistas de una novela llena de amor verdadero e inocente. Llena de dolor y de esperanza; de convicciones, de miedo, de susurros y de anhelos. de escasas sonrisas, pero de sonrisas ciertas; de realidad, de paciencia, de resignación.
La trama se desarrolla en una dura posguerra, tras la guerra civil española; en el tiempo en que los perdedores todavía no se sabían del todo perdidos, y los vencedores exhibían una crueldad extrema respaldada por su victoria. Dicen que la historia la escribe el vencedor; en este caso son los vencidos los que la revelan tal como es: cruda y sin adornos. Ni es mejor, ni es peor: es historia y es cierta.
Una trama que narra la situación de muchas mujeres que lucharon por sus ideales, que se pusieron en peligro por sus seres amados y por otros que, sin serlo, formaban parte de su presente. Una historia que cuenta las desventuras de un grupo de estas que estaban encarceladas en la prisión de las Ventas de Madrid, donde algunas lo perdieron todo, otras sobrevivían con la incertidumbre de si volverían a ver a los suyos o de si quedaría alguno esperándolas a su salida; y en la que otras, otras lo hacían con la triste certeza de que nunca saldrían de aquel cautiverio, bien por que habían sido condenadas a muerte, bien porque pesaba sobre ellas la condena de una enfermedad sin cura.
Nos describe, con firmes y grises pinceladas de aspereza, ausencias sin despedidas, exilios forzados para conservar la vida, y reencuentros inesperados unos y muy deseados otros. Y todo sin drama, con la resignación del que se sabe que las cosas son como son.
Una historia que la Chacón crea y convierte en extraordinario relato gracias a los testimonios de muchos de los que vivieron en primera persona tales calamidades (también en nombre de los que no pudieron hacerlo).
Termino de leerlo con lágrimas en los ojos, no solo porque sé que lo que este libro (de poco más de cuatrocientas hojas) cuenta es verídico, sino porque la forma en la que nos lo muestra es sublime, es intensa, es cercana y es diferente. No maquilla lo feo, no disimula el dolor, no; lo muestra tal como es, porque así debe ser: para que no se olvide.
Esta crónica no pierde intensidad por el hecho de que adelante acontecimientos impactantes de la intriga; no, no importa, pues su capacidad de narrar las aventuras de estos personajes, despierta tal interés que eso es lo de menos. Su prosa, su manera de transmitir lo que siente cada héroe (y no son pocos), invita a devorar página tras página: la semilla de la curiosidad germina en el lector ya en sus primeros párrafos.
La voz dormida es, desde mi punto de vista, una novela de lectura necesaria. Escrita por una gran autora que ya no está en este mundo, aunque su huella y su recuerdo seguirán indelebles a través de sus palabras. Muchas gracias, Dulce Chacón, donde quiera que estés.