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Inicié este libro con ciertas reticencias después de leer "El juego del alma". Y tengo que reconocer que al principio me planteé seguir o no leyendo porque la historia parecía no avanzar, aún así le dí una oportunidad y no me arrepiento. Superadas las 200 primeras páginas el libro coge ritmo y me hizo recordar al Javier Castillo de sus primeros libros, aquel que te dejaba con ganas de más y eras incapaz de parar de leer. Algo que no me a gustado es que constantemente repite la muletilla "en ese momento no era consciente de que estaba cometiendo el mayor error de mi vida", "Pensó/pensé que había sido/estaba cometiendo un error". El libro te hace reflexionar a cerca de cómo se siente una persona trasplantada y el dilema de querer conocer o no a los familiares del donante. Plasma muy bien ese debate interno entre las ansias y ganas de conocer a quien "te regaló" una segunda oportunidad y el miedo a que la historia no sea tan idílica y perfecta como te habías imaginado. El egoísmo que nace cuando eso no es así y la decepción por no ser tan perfecto como pensabas. Otra de las reflexiones interesantes del libro es cuando se refiere a las formas de soledad que un individuo puede experimentar. Se puede estar solo literalmente, como es el caso de uno de los personajes que padece la enfermedad de los huesos de cristal lo que hacía que extremase las precauciones al relacionarse con los otros y su entorno; y emocionalmente, una soledad que hace que te sumerges en las profundidades de tu ser. Ambas soledades representadas en el libro. Por último, considero que un libro que te hace reflexionar sobre alguno de los aspectos de la vida, es un buen libro. En este caso me han surgido las siguientes cuestiones: ¿Esta justificada, en algunos casos, la maldad? ¿el fin justifica los medios? ¿Sería lícito la omisión de auxilio a quien ha cometido un delito grave? ¿Existe la maldad natural? ¿Se puede ser irremediablemente malo? |
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