Almas

Almas, en esta novela concluye la bilogía Cuerpos y Almas de Noemí Casquet.

Nos encontramos con una obra que es como una prolongación de la anterior, pues comienza con las respuestas a las preguntas que Ruth, la protagonista, se hacía al finalizar el libro, y no es para menos porque ahí es donde tanto a Ruth como al lector nos deja con ganas de más, de saber qué pasará con lo que ahora sostiene incrédula en sus manos y que antes no tenía, que es un momento de duelo... pero pienso que el dolor compartido se lleva mejor, y si tiene que ver con el hombre misterioso y sus gafas que ya se han hecho famosas, mejor.

Narrado a dos voces, dos puntos de vista de una misma realidad, es ahora cuando conocemos la historia del hombre misterioso, sus vivencias, sus luces y sombras, sus miedos y sus deseos, y cómo fue ese encuentro que lo cambió absolutamente todo en la vida de ambos, cuando más lo necesitaban, fruto de la tristeza, soledad y desesperación.

También seguimos con la vida de Ruth, con su dolor, ahora más llevadero y diferente gracias a ese hombre que no puede sacar de su mente, que a veces está cerca y otras lejos, pero siempre ahí aunque ella, de momento, no lo vea... pero lo sienta.

Con capítulos cortos, con una fluidez, sincronía y el baile entre ambas historias es exquisito, es lo que más me ha gustado de la bilogía en general y que es una historia que, aunque sigue ese estilo tan descarado y personal al que nos tiene acostumbrados la autora, es bastante más profunda en cuanto a sentimientos, a conexiones, a esas que traspasan la corporeidad, lo mundano, lo tangible. Esa conexión que sientes cuando dos pares de pupilas chocan, creando una tormenta incapaz de ser percibida por nadie más.

Almas, un libro cargado de pensamientos, reflexiones, lecciones, sincronicidades que entrelazan aún más las almas, a pesar de no ser conscientes de ello, momentos en los que sueñas despierto, esos que obligan a frotarse los ojos para enfocar mejor la escena, que crea adicción como si de una droga se tratase, cargada de erotismo y sensualidad y con un final visto desde las alturas, que es donde se ven mejor las cosas, pero en esta ocasión, sin disfraces, mentiras, sin ropa, solo con un baile lento y sincronizado donde los cuerpos flotan y no hay nada más alrededor, solo ellos, simplemente ellos mismos:

Ni más, ni menos.