El adversario

“Deberían haber visto a Dios y en su lugar habían visto, adoptando los rasgos de su hijo bienamado, a aquel a quien la Biblia llama Satán, es decir, el adversario”.

No puede haber muchos lectores que no conozcan la sinopsis de esta novela, cuyo nombre se referencia claramente en la cita previa, pues está basada un terrorífico hecho real. Si no sabéis de que va, os interesa y sois anti spoilers, dejad de leer aquí y poneos con ella.

Yo hacía tiempo que quería leer este libro y mi reciente suscripción a Nextory lo facilitó y la empecé en un viaje en avión a Suiza. ¿Casualidad? Quizás me atrajo el hecho de que el protagonista y sus allegados vivieran en Francia, tan cerca de la frontera Suiza, y él “trabajara” en Ginebra para la OMS. Todo me condujo a sumergirme en esta negra historia de mentiras encadenadas.

“... cuando estás cogido en ese engranaje de no querer defraudar, la primera mentira llama a la siguiente y es así toda la vida…”

¿Cómo se llega a basar toda tu vida en una mentira? Un hecho casual inicia este viaje de Jean-Claude Romand, el infame protagonista de esta historia. Se convierte en un maestro de la ficción, aprende a jugar con todos sus allegados, que nunca llegan a sospechar nada. Todo parece tan increíble que nadie lo pone en duda.

“Un mentiroso, por lo general, se esfuerza en ser verosímil: como lo que contaba no lo era, debía de ser cierto”.

Carrère nos confronta con la personalidad de este asesino, con su ego patológico, su narcisismo y probablemente su psicopatía. Sale bien parado del intento, sin duda complejo de abordar el contar esta historia. Te deja con una sensación de incomodidad difícil de explicar, pero en ningún momento sientes la más mínima lástima por Romand, a pesar de querer creer que amaba a su familia y que eso fue lo que le llevó a mentir y en última instancia al más trágico desenlace. Eso sí, queda meridianamente clara su cobardía.