De vidas ajenas

No tengo palabras para definir el brutal choque de realidad que ha supuesto la lectura de vidas ajenas. Un libro que se presentaba como un anti-adversario. Un libro que era una redención para el autor y para sus lectores. Porque sí, hoy me tengo que declarar ferviente lector de Carrere. Yo, que soy un lector que nunca se casa con nadie, que casi nunca repito autor, tengo que rendirme ante la escritura de Carrere. Y es que no sé como lo hace, no sé si por su gran implicación en las historias que cuenta o la gran carga humana que conlleva, pero siempre consigue descuadrarme. Y si la lectura de El adversario me asqueó, en de vidas ajenas me ha emocionado y me ha causado un desasosiego poco frecuente. La forma de escribir de Carrere conecta conmigo y siempre me descoloca totalmente. Leer a este autor francés es desear no querer seguir porque su lectura asfixia y ahoga, pero es imposible parar. Y por tanto sí, me declaro lector de Carrere, y quiero seguir leyendo todas sus novelas.

En de vidas ajenas, Carrere vuelve a escribir sobre personas reales. Cuenta la historia de su cuñada Juliette, una mujer que ha fallecido a causa de un cáncer. Juliette es una jueza francesa que centró buena parte de su carrera en la lucha contra las cláusulas abusivas de las compañías crediticias. Los amantes del derecho disfrutaran mucho esta parte de la historia, y los que no lo somos tanto no la sufriremos porque Carrere explica a la perfección y en ningún momento esta parte se hace densa o pesada.

Si El adversario es un pozo de cabreo, asco y repulsión, de vidas ajenas es dolor, tristeza, lucha y amor; tan distintas y a la vez tan iguales. Tan iguales porque las dos son obras maestras capaces de cuestionar muchas cosas y envolver a muchos lectores; capaces de revolver el estómago de diferentes maneras.

Leed a Carrere. Puede ser que no conectéis, que no sea la lectura que buscáis. Pero desde luego si conectáis, lo haréis y mucho y seguramente sean lecturas que os marcarán. A mi, desde luego, ya me ha marcado.