Los propietarios de comercios debían de procurar, por su propio interés, que el estómago de sus dependientes estuviese siempre satisfecho y sus pies bien calzados.
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Los propietarios de comercios debían de procurar, por su propio interés, que el estómago de sus dependientes estuviese siempre satisfecho y sus pies bien calzados.
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Los problemas de orden «material» (social) no han adquirido aún bastante preponderancia entre el elemento femenino proletario español La obrera española [...] sigue deleitándose con los versos de Campoamor, cultivando la religión y soñando con lo que ella llama su "carrera": el marido posible.
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Aquí las únicas que podrían emanciparse por la cultura son las hijas de los grandes propietarios, de los banqueros, de los mercenarios enriquecidos; precisamente las únicas mujeres a quienes no les preocupa en absoluto la emancipación, porque nunca conocieron los zapatos torcidos ni el hambre, que engendra rebeldes [...] En los países capitalistas, particularmente en España, existe un dilema, un dilema problemático de difícil solución: el hogar, por medio del matrimonio, o la fábrica, el taller o la oficina. La obligación de contribuir de por vida al placer ajeno, o la sumisión absoluta al patrono o al jefe inmediato. De una u otra forma, la humillación, la sumisión al marido o al amo expoliador.
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Matilde ha visto de cerca, ha tocado la tragedia del hogar, la felicidad, la paz del hogar cristiano, tan preconizado por curas y monjas. El marido llega a él cansado de trabajar – cuando hay trabajo–. Allí hay unos chiquillos que gritan, que lloran, y una mujer mal vestida y gruñona, que ha olvidado hace muchos años toda palabra agradable y cuyas manos huelen insoportablemente a cebolla. [...] El marido piensa que las cosas de la casa se hacen por sí mismas (¡milagrera meseta del fámulo Isidro!) y no le da importancia alguna al trabajo de su mujer, el embrutecedor trabajo doméstico. «Me echas en cara el pan que como, pero bien que me lo gano».
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En este escondrijo cambian las muchachas sus vestidos de calle por los uniformes de labor. En estos clavos cuelgan las empleadas cada mañana su personalidad para recogerla cinco horas después
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En España existe un dilema [...] La obligación de contribuir de por vida al placer ajeno, o la sumisión absoluta al patrono o al jefe inmediato. De una u otra forma, la humillación, la sumisión al marido o al amo expoliador. ¿No viene a ser la misma cosa?
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Desde hace milenios vienen perpetrándose abortos ilegales y prostituciones sin que nadie se asombre por ello. La sociedad viene causando víctimas desde hace millares de años.
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Mujeres se preparan a luchar contra la guerra, a luchar por su emancipación y derecho a la vida. No son mujeres de tipos estandarizados, con gafas de concha, corbata y un carterón de hule o cuero debajo del brazo. Las «de hoy» son mujeres «sin tipo», obreras miserables, con un hijo en el vientre; mujeres que, a veces, no saben leer.
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Existe un dilema, un dilema problemático de difícil solución: el hogar, por medio del matrimonio, o la fábrica, el taller o la oficina. La obligación de contribuir de por vida al placer ajeno, o la sumisión absoluta al patrono o al jefe inmediato. De una o de otra forma, la humillación, la sumisión al marido o al amo expoliador. ¿No viene a ser una misma cosa? |
¡Pero al pequeño le parece tan natural que los juguetes sean de quien los puede pagar! Como asimismo juzga lógico que sus manos y las otras manos de la pequeña legión que grita y gesticula en el patio estén siempre amoratadas y agrietadas por el frío. Porque las manos grandes de «los mayores» también son coloradas y defectuosas. Pero sucede que una vez se ve una de pronto ante los ojos unas manos sonrosadas que despiden grato perfume y entonces comienza a vislumbrarse, aunque confusa e indeterminada, la línea divisoria.
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¿Quién es el autor/la autora de Episodios Nacionales?