Mis pensamientos habían estado lejos de ser decentes.
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Mis pensamientos habían estado lejos de ser decentes.
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Una oleada de crudo deseo me golpeó. Una gota de sudor me recorrió la espalda como una sedosa caricia mientras recordaba la fantasía que había tenido al terminar la clase y las distintas maneras en que podía "ayudarle" con el dolor.
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Él gimió y ese sonido invadió mi mente y se expandió por todo mi cuerpo como una corriente eléctrica.
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- Tus labios son bonitos y rosas y parecen tan dulces como un caramelo. Me recuerdan a la gominola de fresa cubierta de azúcar. Mi preferida.
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Las mujeres rara vez tenían sentido
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Sacudí la cabeza y contuve un sollozo al observar a mi familia feliz en el día de Navidad. Normalmente, era uno de los días más difíciles sin nuestros padres. Sin embargo, ese día, con Trent y su familia, daba la sensación de que estábamos volviendo a empezar. Creando recuerdos con personas a las que queríamos, pero sin olvidar a las que habíamos perdido.
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—Pero ¿por qué? —Que quisiera estar conmigo no tenía sentido. Ni en esta vida ni en cualquier otra. Las chicas como yo no conseguíamos que chicos como él cambiaran.
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Saliendo. Estaba saliendo con una mujer. Yo no salía con mujeres. Tenía sexo con mujeres. En mi experiencia, las mujeres que se acercaban a mí solo querían estupideces: mi cuerpo, mi dinero, mi estatus. Genevieve no era como esas aprovechadas que se acostaban conmigo por motivos egoístas. ¡Demonios! Estaría encantado de que ella se acostara conmigo. Había tenido los testículos hinchados durante las dos últimas semanas por el deseo de llegar a eso. Solo que, cuanto más tiempo pasaba con ella, más sabía que una vez no sería suficiente. Quería tomarla de cada forma posible; hacerla gritar de gozo, de placer, y hacerle perder la cabeza. La quería con fuerza, con suavidad, y todo a la vez. Esa clase de aventuras sexuales llevaban un tiempo. Más que una noche o dos.
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Era grácil y directa, todo era libre y sencillo con Genevieve. Hacer una pregunta y que ella la respondiera. Sin juegos. Sin estupideces. Sin intentar meterse en mis pantalones. Esto último me jodía bastante. La mujer no tenía dobles intenciones. No iba detrás del dinero ni buscaba aprovecharse de mi éxito, tampoco parecía la clase de chica que se sentaría como un trofeo en los brazos de un hombre, aunque era lo suficientemente atractiva. La mujer desafiaba todo lo que sabía de las mujeres.
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Hasta este día, había seguido su consejo, y casi siempre me había ido bien. Estaba feliz. Sola en lo que a hombres se refiere, pero cada día me acercaba más y más a mi principal objetivo. Mis hermanos estaban felices y sanos, y mi sueño de tener mi propio salón de belleza seguía vivo en mis pensamientos.
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Cual es el nombre completo de Dumbeldore?