—Mia, no podemos escondernos de la vida. Nunca se sabe cuánto tiempo nos queda ni qué va a ser de nosotros mientras la vivimos. Lo único que sé es que voy a vivirla contigo a mi lado.
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—Mia, no podemos escondernos de la vida. Nunca se sabe cuánto tiempo nos queda ni qué va a ser de nosotros mientras la vivimos. Lo único que sé es que voy a vivirla contigo a mi lado.
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—Cariño, quiero cogerte de la mano. Observarte mientras duermes. Sentir cómo tu pecho sube y baja. Escuchar los latidos de tu corazón. Necesito que vuelvas a casa.
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No dejes que las prisas por crecer demasiado rápido hagan que os perdáis la mejor parte: el viaje.
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Si Dios permitía que sobreviviera, le besaría hasta la última de sus heridas, mentales y físicas. Lo borraría todo con mis palabras, con mi cuerpo, y amándolo más de lo que pudiera haber imaginado en toda su vida.
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Haces que amar a alguien parezca fácil, cuando siempre ha sido difícil. Estando contigo me siento como si estuviera sentada en la superficie del Sol sin quemarme. El amor que siento por ti me ha cambiado. Me ha convertido en una persona diferente, en una mujer merecedora de ese más que me has prometido, de nuestro paraíso.
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«Nunca te escondas detrás de una mentira. Nunca te muerdas la lengua cuando hay que hablar de algo importante…»
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Y, en ese momento, en el refugio de sus brazos, grabó su huella en mi alma.
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Siempre estaría ahí, brillando con fuerza, para que su amor iluminara mi camino de vuelta a casa.
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Mi casa es donde estés tú.
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Tu amor por la vida y las cosas nuevas hace que quiera poner el mundo a tus pies sólo para verte sonreír. Te quiero hoy, te querré mañana y todos los días de mi vida.—Demuéstramelo.
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¿Cuál es el órgano que trasplantan a Cora?