Pan de limón con semillas de amapola

El título de este libro es uno de esos que automáticamente llama mi atención si lo veo en una librería, escaparate, biblioteca o vaya, en cualquier sitio. A veces estos títulos sugerentes no tienen un gran protagonismo en la novela, pero en este caso, ese pan de limón con semillas de amapola, sí que lo tiene. Ese pan de limón hace de hilo conductor entre el pasado y el presente. Entre la vida que fue y la que no fue.

Aunque publico la reseña más tarde que Historias de mujeres casadas, le leí unas semanas antes y se me había quedado en el tintero de las reseñas. ¿Qué os puedo decir de la autora? Dos cosas muy obvias:

1- Leeré todo lo que escriba

2- Estáis tardando en leerla si no lo habéis hecho.

Y es que Cristina tiene una forma de escribir que te envuelve y te traslada sin darte cuenta a los escenarios de sus novelas.

En este caso viajaremos desde la a veces inhóspita Etiopía en la que viviremos con Marina lo que es ser médico en una ONG a la soleada isla de Mallorca, donde vive Anna, su hermana, en la casa familiar. La casa donde ambas se criaron. Dos vidas muy distintas unidas por el amor fraternal, ese amor que no siempre se sabe expresar, pero siempre va con nosotros.

Las hermanas se reencontrarán tras varios años de contactos esporádicos cuando reciben en herencia un molino y una panadería. Lo curioso es que ninguna de las dos conoce a la mujer que las ha hecho herederas.

Esta es una historia de familia, de hermanas, de vida, de caminos que se separan para volver a cruzarse, de amor. Una historia con sabor a harina, a pan recién hecho. Con olor a limón y leña.

Un libro que te hará empatizar con personajes casi opuestos, que te hará sonreír y sufrir en ocasiones.

¡Muy recomendable!