Recuerdos e invenciones de Myrtle Beach

No puede hacerle daño lo que nunca ha sucedido. [...] escribir consiste en ser humano. Y ser humano duele.

Tienes que escribir. Lo que sea, pero escribir. Y si buscas la verdad, las ideas irán llegando solas. Basta con ser tú mismo. Sin disfraces, sin filtros y sin mentiras. Búscate un narrador con el que te sientas cómodo y juega. Escribe sin pensar.

Pues que también a veces yo siento que no encajo en lo que se espera de mi como hombre heterosexual. Parece que solo podemos triunfar si tenemos poder, ambición; si somos duros y competitivos. Pero ¿qué pasa con los hombre delicados, los que tienen miedo y lloran con facilidad? ¿Qué pasa con los timidos y los vulnerables, con los que no van al gimnasio ni tienen nada que exhibir ante otros hombres Ya te lo digo yo: somos todos unos perdedores.

en ese momento oye una risa burlona a su espalda, Automáticamente piensa que es por JD, la persona más gorda de la fiesta. Hace rato que él ha comprobado que lo es. Porque él se fija en esas cosas, aunque no quiera. ¿Pensará la gente que están juntos? ¿Y él qué les parecerá? Solo un tío que está con una gorda, alguien que no puede aspirar a nada mejor. Ese es el tipo de pensamiento de mierda que suele tener Elías cada vez que está con una chica pasadita de kilos. Y ahora su cerebro le castiga repitiéndoselo una y otra vez: Estás con la más gorda de la fiesta, estás con la más gorda de la fiesta. Siempre ha tenido que aguantar bromas pesadas. Como si su atracción por las mujeres voluptuosas fuera una perversión imperdonable. Cuántas veces se habrá tenido que esconder de conocidos por ir de la mano con una chica más gorda de lo socialmente aceptable. Es que una chica grande no es para enseñar. La gente cercana la aceptará, sí, pero con cierta condescendencia, porque siempre la verán como a una gorda. Aunque nunca se les ocurra decirlo en público. De todos modos, Elías sabe que la mayor parte de culpa la lleva él, por necesitar que personas desconocidas aprueben a su pareja.
Hace falta mucha personalidad para salir con una gorda. Y él no anda sobrado de eso.

Estúpido y complicado, repite Gavin. Ese es precisamente el tipo de literatura que me interesa a mí.

Para esto sirve el arte, le explicará. Para removernos por dentro y convertirnos en personas distintas, en personas mejores.

Nuestra escritura debe tener el tinte afectivo de una historia a viva voz, la temperatura emocional del relato que le contaríamos a un amigo en un bar. Siempre con la voluntad de decir la verdad. Cada uno la suya, por supuesto. Porque, como dijo Kant, el mundo es un reflejo de la mente.