Cómo ordenar una biblioteca

Si los libros que hablan de libros son un vicio, los que reflexionan sobre el orden de nuestras bibliotecas también tendrían que serlo. Lo que pasa es que Calasso habla de muchas cosas en este pequeño ensayo y me parece que se va por las ramas (eso y que me sentía perdida porque no pillaba muchas referencias) porque no termina de desplegar todo lo que yo esperaba leer sobre la inagotable tarea del orden de la biblioteca.

Parte de lo que para mí es una evidencia: como el orden perfecto no existe, el de los libros tiene que ser plural, un «orden por parches, muy cercano al caos. Lo cual puede suscitar, según el momento, alivio o incomodidad». Y es que, ¿cuántas veces ponemos patas arriba nuestras estanterías en busca de un orden que no termina de convencernos? La mejor manera de ordenar la biblioteca depende del lugar del que disponemos, de nuestro gusto o incluso de aquella parte de nuestros libros que no nos importa mostrar, o que preferimos ocultar.

Es tajante con lo de marcar los libros: desconfía de los lectores que necesitan dejar intacto un libro. Pero seguidamente, dice que el bolígrafo está prohibido, salvo excepciones. Ubícate, Calasso. Para mí un libro está para disfrutarlo y eso implica poder marcar y escribir en él con lo que tenga a mano. Volver a leer un libro que anotaste hace años te hace ser consciente de lo que has cambiado. Pero si alguien prefiere no marcar un libro, también lo comprendo.

Luego habla de revistas literarias, del nacimiento de la reseña y un poco de pasada de la situación actual de las librerías frente a Amazon y el libro electrónico. No ha sido lo que esperaba encontrar, pero como curiosidad está bien.