Perro que no ladra

Con “Perro que no ladra” Blanca Cabañas se estrena en la novela y, después de leerla, solo puedo augurarle un más que prometedor futuro en el género negro.

El pasado siempre vuelve y si no que se lo digan a Lara, quien dejó Chiclana hace 14 años siendo aún una niña, huyendo de una complicada situación familiar. Una llamada de su hermana la obligará a volver allí debiendo enfrentarse a sus propios miedos al tiempo que investiga la desaparición de una amiga ocurrida años antes.

Si por algo me ha sorprendido “Perro que no ladra” (para bien), es porque se trata de una historia mucho más oscura y turbia de lo que pensaba que iba encontrarme, y esto es en parte gracias a una fantástica construcción y caracterización de personajes, en especial dos de ellos, Lara y su madre.

La relación entre ambas es uno de los pilares fundamentales de esta historia. Es una relación turbulenta, con más sombras que luces, que mantiene al lector en tensión durante toda la lectura. La complejidad de ambos personajes hace que a la trama de misterio se le añada una más que interesante capa acerca de las relaciones materno filiales y de cómo lo que nos sucede durante la infancia puede llegar a condicionar nuestra vida adulta.

La historia está contada a dos tiempos que se complementan a la perfección, permitiendo la línea del pasado hacernos entender el porqué Lara es como es en la actualidad. Diversos giros harán al lector dudar de todos los personajes hasta llegar a un final sorprendente que, todo sea dicho, tuvo algunos momentos que me dejaron con mal cuerpo y que dieron todo el sentido al título de la novela.

Con una pluma envolvente, Blanca Cabañas ha construido una original historia de secretos y mentiras, de fácil lectura, que te absorbe prácticamente desde el comienzo, con unos personajes bien construidos y que cumple con creces con el objetivo principal que le pido a un libro: entretener.