Le hablé de crueldad, de maldad, de ese sentimiento ancestral arraigad en los hombres, indisolublemente unido al miedo. Tenemos miedo, luego somos crueles y malvados. Y esa maldad está escondida en lo más profundo de nosotros, nos corroe por dentro y sale a la superficie cuando el miedo se hace insoportable. Entonces somos capaces de acciones que nos repugnan o ni siquiera eso, acciones que nos envilecen y nos retrotraen a eso que Conrad llamó El corazón de las tinieblas. Porque Conrad no hablaba de un río o de una selva tenebrosa, hablaba de nosotros mismos, de nuestras culpas y de nuestras carencias, de nuestros miedos, de nuestra crueldad.
|