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DIANA MUÑOZ (Traductor)
ISBN : 841515626X
232 páginas
Editorial: GRUPO AJEC, S.L.U (13/02/2012)

Calificación promedio : 3.5/5 (sobre 1 calificaciones)
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 18 December 2022
La ciencia ficción llegó tarde a mi vida lectora. Bueno, no sé si tarde sea la palabra, porque la disfruto bastante ahora y siempre ando buscando aquellos referentes del género. Tengo una lista enorme de libros y autores que quiero conocer y Charles Sheffield era uno de ellos. La telaraña entre los mundos fue la novela que elegí como primer contacto con su obra.

Estaba muy contenta leyendo la presentación de Miquel Barceló García para esta edición, descubriendo datos muy interesantes sobre Mr. Sheffield (en mi cabeza escucho este apellido con la voz nasal de “la Nanny” y me encanta), hasta que se le ocurrió decir que, junto con Gregory Benford, David Brin, Vernor Vinge y otros (rockstars de la ciencia ficción dura), “Sheffield está llamado a configurar la ciencia ficción de finales de siglo (XX)”. Me dio el patatús. Casi dejo el libro. A Gregory Benford no lo he leído, pero sí a David Brin y a Vernor Vinge. No pude con ellos. Con Vinge hasta lo intenté dos veces porque había cosas en esas novelas que me atraían, personajes y situaciones en las que quería profundizar. No fui capaz de seguir. Me resultaron libros muy pesados, con un ritmo cargado y lento.

Nada que ver.

Sheffield es un narrador que sabe concretar, divertir y crear tensión. Sí, hay algunos momentos que resultarán más claros si tenemos ciertas nociones de física pero, si eres como yo, cero entendida en esos conceptos, no pasa nada, porque el autor te mete en la historia de manera que ya sabes que eso que está narrando está muy, muy chungo, o que los personajes están en una bronca monumental. Sin entender de “fuerzas” o de “masas”, sabes que la cosa está fuera de control. La telaraña entre los mundos es accesible, y eso se agradece muchísimo.

En un mundo futuro, la tierra ya no es la última frontera. El sistema solar es explorado por todos y hay bases y lugares habitados en el espacio. El protagonista, Rob Merlin, es un ingeniero muy lumbreras que nació en extrañas circunstancias. Un buen día, una mujer llegará a su vida para darle un recado: una de las mentes más brillantes de su tiempo, lo está buscando para proponerle un proyecto. Ese tipo, un Elon Musk que se la vive en el espacio, quiere construir una especie de ascensor que conecte el espacio con la tierra para hacer más accesible la explotación de materiales y el viaje de personas, pero para ello necesita una tecnología desarrollada por nuestro ingeniero: “la araña”. Lo que nuestro chico no sabe, y los lectores tampoco, es la conexión que los une desde siempre.

Hay muchos elementos interesantes en esta novela, además de la construcción de semejante cacharro. En este futuro planteado por Sheffield, la fusión entre tecnología y componentes orgánicos está a la orden del día, cuestión que lleva al lector hacia una reflexión sobre las implicaciones éticas de algo así. Otro tema que me llamó la atención fue el de las drogas como elemento de control de la población. Adicción a sustancias que te matan si dejas de consumirlas y que están pensadas para borrar recuerdos o revivirlos una y otra vez.

El tema del ascensor, como descubriremos en la parte final de este libro, es una teoría desarrollada en la vida real y que inspiró esta historia y también “Las fuentes del paraíso” de Arthur C. Clarke. A propósito de estos dos libros, hay un chisme, cotilleo de la ciencia ficción, que vale la pena descubrir. Barceló nos da un adelanto en la Presentación, pero en la parte final vendrá lo mejor.

La telaraña entre los mundos hace que la imaginación vuele todo el tiempo. Es divertida, engancha, atrapa y emociona. Hay un montón de ideas geniales, pero creo que faltó profundidad en muchas de ellas. A los personajes también les faltó más potencia, más dimensión. Con cada una de las ideas vertidas en esta novela se podrían construir un montón de historias; también con los personajes y muchas de las situaciones. Faltó el dedo en la llaga, faltó exprimir este universo; meterse más en las entrañas, en las connotaciones políticas, éticas y sociales de lo que se nos presenta.

Sheffield fue físico de profesión, trabajó como consejero para el gobierno de Estados Unidos y también para la NASA. Siempre estuvo vinculado con organismos y asociaciones ligadas a las ciencias. Creo que su motivación para esta novela fue que el lector de la segunda mitad del siglo XX pudiera echarle un ojo a estas posibilidades futuras. Los lectores del siglo XXI seremos más cautos hacia estas posibilidades, pero lo disfrutaremos de igual manera.

Ese futuro, en el que vamos y venimos por el espacio, todavía no llega. La telaraña entre los mundos sigue siendo una opción genial para viajar hasta él, para dejarnos sorprender por la locura a la que, tal vez, nos dirigimos.

Que disfrutes del viaje.
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