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Crítica de Guille63


Guille63
11 August 2023
“La gente no necesita amor, lo que necesita es triunfar en una cosa o en otra.”

Bukowsky-Chinasky es un tipo bastante desagradable, un niño egoísta que solo responde a sus necesidades primarias más inmediatas sin importarle… no, sin que las posibles consecuencias puedan ejercer de freno alguno. Todo el que se acerque a él acabará sufriendo, especialmente las mujeres, y tampoco Chinasky escapará a tal fin.

“¿Cómo coño podía un hombre disfrutar si su sueño era interrumpido a las 6:30 de la mañana por el estrépito de un despertador, tenía que saltar fuera de la cama, vestirse, desayunar sin ganas, cagar, mear, cepillarse los dientes y el pelo y pelear con el tráfico hasta llegar a un lugar donde esencialmente ganaba cantidad de dinero para algún otro y aún así se le exigía mostrarse agradecido por tener la oportunidad de hacerlo?”

«Factotum» trata sobre la maldición de trabajar. Chinaski empieza a publicar alguno de sus cuentos (a pesar de su escaso éxito, él está seguro de su genialidad, como en su día su admirado Fante), pero eso no le da para vivir ni mucho menos y necesita de un trabajo, aunque el trabajo le deje muy claro una y otra vez que no lo necesita a él.

“—Tenéis un trabajo aquí de lo más repugnante. ¿Por qué lo hacéis?
—Mierda, no hay más remedio.
—El Señor nos dijo que sí lo hay.
—¿Crees tú en el Señor?
—No.
—¿En qué crees?
—En nada.
—Pues igual que nosotros.”

Pero no es que Chinaski sea un luchador por la clase obrera, nada más lejos de la realidad. En los pocos momentos que disfrutó de algo de poder se comportó con sus subordinados como el más hijodeputa de sus jefes, y tuvo unos cuantos hijosdeputas. El único arma que esgrime contra la sociedad que odia es la botella, su segunda gran necesidad, que cubría con mucha generosidad a todas horas… literalmente.

“Francamente, estaba horrorizado de la vida, de todo lo que un hombre tenía que hacer sólo para comer, dormir y poder vestirse. Así que me quedaba en la cama y bebía. Mientras bebías, el mundo seguía allí afuera, pero por el momento no te tenía agarrado por la garganta.”

A Chinasky-Bukowsky solo le interesa Bukowsky-Chinasky, el resto del mundo o respondía a sus necesidades o era algo que había que evitar, todo excepto “su” literatura (poca más), la música clásica, las carreras de caballos, la bebida y, por último, las mujeres.

“Entré y subí las escaleras detrás de ella. Tendría unos cuarenta y cinco años, pero su culo se movía graciosamente. He seguido a tantas mujeres de este modo por las escaleras, siempre pensando que si una agradable dama como ésta se ofreciera a cuidar de mí y alimentarme con guisos calientes y sabrosos y limpiarme los calcetines y los calzoncillos, aceptaría al instante.”

Unas mujeres, que, de forma sorprendente, se empecinaban en permanecer a su lado, si bien, a falta de cama o botella, el medio de comunicación más usual era la pelea… bueno, incluso con cama o botella de por medio. El resto de la humanidad parece más bien molestarle.

“Yo era un hombre que me alimentaba de soledad; sin ella era como cualquier otro hombre privado de agua y comida. Cada día sin soledad me debilitaba. No me enorgullecía de mi soledad, pero dependía de ella. La oscuridad de la habitación era fortificante para mí como lo era la luz del sol para otros hombres.”

«Factotum» sigue la estela de “Cartero” pero a lo bestia, hay más trabajos odiosos, más alcohol, más folleteos, más fuerza en su prosa, más mala leche en sus diálogos, en los pensamientos y en las actitudes de Chinaski, más dejadez en su proceder, más misantropía, más egoísmo en sus relaciones con las mujeres… más de todo. Que lo disfruten... más.

“—¿Mujeres?
—A veces, pero nunca dura.
—¿Cuál es el problema?
—Una mujer es una ocupación para todo el día. Tienes que elegir entre ella o tu profesión.
—Yo creo que existe un desahogo emocional.
—Y físico también. Ellas quieren follar día y noche.
—Búscate una con la que te guste follar.
—Sí, pero si tú bebes o juegas, ellas se creen que estás despreciando su amor.
—Búscate una a la que le guste beber, jugar y follar.
—¿Quién quiere una mujer así?”
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