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Crítica de Guille63


Guille63
08 August 2023
Tres novelas de Bukowski, todas protagonizadas por su alter ego Chinaski, han colmado de diversión mis momentos de playa entre chapuzón y chapuzón durante las dos primeras semanas de mis vacaciones. No pude elegir mejor lectura y no pudo ser más acertado el orden en el que las leí: las novelas fueron claramente de menos a más y a mucho más. Esta de “Cartero” fue la primera, le siguieron “Factotum” y “Mujeres”.

Cartero” fue la primera novela que publicó Bukowski. Contaba con 49 años y había tenido multitud de trabajos antes de pasarse más de una década en el departamento de correos. Según su propio testimonio, solo tenía dos opciones, dejar el trabajo y escribir, aunque ello significara morirse de hambre, o volverse loco. Lo realmente extraño es que durara tantos años en el oficio. No es que fuera rebelde, no se rebelaba contra nada, simplemente las normas y él no hacían buenas migas. Era consciente de lo alienante y degradante de su trabajo, no era tonto, pero su lucha no era contra el sistema, su lucha consistía en acumular la fuerza necesaria para superar la resaca cada mañana y tener el dinero suficiente para apostar en las carreras de caballos, cosa que hacía con bastante buen acierto, tiempo para beberse todo el alcohol que podía comprar y la potencia precisa para follar todo lo que el alcohol le permitía que, sorprendentemente, no era poco. No es que viviera rodeado de mujeres, eso es algo que vendría después, siendo ya un escritor conocido, pero su envergadura, su cara de boxeador picada por el acné que le atacó duramente en su adolescencia, su rudeza y su egoísmo infantil o vete tú a saber qué parecía tener su público. Quizás es que no eran nada malo en la cama, lo que explicaría el empecinamiento de sus parejas en permanecer junto a él a pesar de las continuas peleas, separaciones y reconciliaciones en torno a una botella.

Todo carece de importancia, Chinaski simplemente vegeta, oye algo de música clásica, fuma y bebe constantemente y no puede estar sin compañía femenina, aunque quién se encarne en tal compañía tampoco parece ser muy relevante mientras sepa menear bien el culo. Todo esto una y otra vez, como en un infierno que no fuera a acabarse nunca, narrado en un lenguaje sencillo, directo, muchas veces obsceno y siempre divertido, a pesar de lo repetitivo de los hechos. Los magníficos diálogos retratan perfectamente la personalidad egocéntrica, entre tierna y desalmada, de este Chinaski-Bukowski que es el centro y la periferia de esta narración y de las dos sobre la que algo les contaré no tardando mucho.


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