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Hace tiempo que tenía ganas de "hincarle el diente " a este clásico de Richard Matheson. Mi antecedente más cercano, como para muchos de vosotros, era la película protagonizada por Will Smith en 2007 y, claro, me he llevado alguna sorpresa porque la película es una adaptación acorde a los tiempos que corren y se toma licencias que distan mucho de la historia original. Y no hablo sólo del final ( no os cuento más que no quiero destriparlo 😉) Os recuerdo un poco de qué va la cosa. Nos encontramos en un mundo postapocaliptico ( otro más) donde una guerra bacteriológica ha asolado el planeta y convertido a los seres humanos en algo muy cercano a lo que llamamos vampiros. Y en este terrible escenario nos encontramos al único superviviente del género humano, Robert Neville, cuya vida se ha reducido a sobrevivir cada día y acabar con el mayor número posible de estos nuevos seres que se han adueñado de todo. Ingrata existencia cuando sabe perfectamente que ya no existe un futuro al que aferrarse. En el libro se describe el día a día de Neville como una cadena de actos rutinarios y monótonos. Por el día repara la casa, sale a por comida y acaba con algunos vampiros. Por la noche se encierra en su casa, escucha música a todo volúmen y bebe whisky. Así un día tras otro. También lo persiguen sus propios fantasmas, recuerdos de una vida pasada que nos dan pistas sobre el hombre que fue y que ya no es. Porque lo que queda ahora es la tremenda soledad que le acompaña y que no le da tregua. El autor le regala algunos momentos de esperanza pero lo que aquí prevalece es ese sentimiento de soledad, de ser consciente de ser el último hombre sobre la tierra, el último de su especie, una leyenda. El libro transmite muy bien este sentimiento de desarraigo, de no pertenecer a nada, del fin de una época y el deber de dar paso a algo nuevo. Muy recomendable. . |
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