¡Qué maravilla y que tristeza a la vez no poder leer nada más de Anne Brontë! Opté por una decisión acertada: empezar leyendo Agnes Grey para después explosionar con su segunda novela, La inquilina de Wildfell Hall. Qué bien escrita, que bien hilada y qué adelantada a su época. (Característica ésta última de las tres hermanas, pero con bastante más énfasis en la pequeña de la tres, Anne). Un pueblo pequeño empieza a sentirse atraído por la misteriosa señora que vieve en la mansión Wildfell Hall con su pequeño hijo. Son tantos los chismes y vaivenes de los vecinos sobre la señora Graham, que un joven, Gilbert, se ve cautivado por los encantos de esta viuda que más que amable en un principio, es seca y fría así como muy celosa de su intimidad. Pero con el pasar de los días y viendo que también por parte de ella podían aflorar algunos sentimientos, se ve en la obligación de dejarle un diario a Gilbert, el joven enamorado, donde explica el porqué de su misterio. En estas notas narra las penurias y sufrimientos que ha pasado con su marido dando a entender el porqué de su frialdad no sólo con él sino con el mundo. Novela epistolar donde una parte aborda las cartas que Gilbert escribe sobre la señora Graham y otra donde a modo de diario, ella narra los acontecimientos más felices y más tristes de su vida. Una novela con tintes feministas muy alejados del sentir de la época victoriana en la que fue escrita pero valiente y desgarradora haciendo que sea toda una obra de arte que ha llegado a nuestros días por la fuerza de irradia y el valor a contar lo que nadie podría imaginar en el siglo XIX. Os la recomiendo con ímpetu porque pese a tener 600 páginas, os engullirá desde la primera página. Una maravilla. |