“Se puede saber más en una hora de lo sublime, generosa y profunda que es el alma de una persona viendo su corazón a través de sus ojos, de lo que se descubriría durante toda una vida, si dicha persona no estuviera dispuesta a revelarlo, o si no se tiene sensibilidad para comprenderlo.“ “Ahora veo claro lo estúpido que sería sacrificarme por alguien que fuera indigno de todo el amor que puedo ofrecerle, e incapaz de corresponder a los sentimientos mejores y más profundos de mi corazón.” Cuando leí “Cumbres borrascosas”, de Emily Brontë, quedé tan maravillada que supe que tenía que leer también a sus hermanas. Ahora le ha tocado a la más pequeña, Anne, y creo que no pude elegir mejor libro para empezar con ella porque ha sido toda una sorpresa y descubrimiento. En “La inquilina de Wildfell Hall” conoceremos la historia de Helen Graham, una mujer que, junto a su hijo pequeño, se muda sola a Wildfell Hall y donde los vecinos del pueblo intentarán descubrir los secretos que guarda esta misteriosa mujer. A través de un diario se nos darán respuestas a su pasado y al por qué de su situación. Dicho así no suena a nada del otro mundo, lo sé. Pero la fuerza de esta novela recae enteramente en Helen, en su personalidad, en su forma de ver la vida y en su lucha por vivirla conforme a sus principios y no a lo que le era establecido por la sociedad de la época. Quedé prendada de esta protagonista desde las primeras páginas y consecuentemente, con Anne Brontë por crear un personaje femenino tan poderoso, con sus propios ideales y tan avanzado para su época. Y es que Helen es el propio reflejo de Anne. Su lectura es amena y de fácil lectura. No me resultó lento ni tedioso en ningún momento, por lo que creo que es una muy buena opción si queréis empezar a leer clásicos de esta época. El final me tuvo en un “ai” porque no sabía cómo iba a acabar pero quedé muy satisfecha con el desenlace. Leer “La inquilina de Wildfell Hall” ha sido un viaje maravilloso. |