Agnes Grey

Agnes Grey era el libro que me faltaba por leer de Anne Brontë. Tenía un poco de miedo de acercarme a él porque una amiga mía se lo leyó mientras yo leía La inquilina de Wildfel Hall (que me encantó) pero a ella Agnes Grey no le gustó mucho; se le había hecho lento, monótono y soso.
Pero aprovechando estas reediciones pensé que era mi oportunidad y aquí estoy. He leído Agnes Grey y me ha gustado mucho. Es cierto que es más breve que otras novelas de las hermanas Brontë, que se apega mucho a la rutina de una institutriz, pero eso es una muestra de realidad y si conocemos un poco la vida de Anne Brontë podemos ver claramente que tiene un importante tinte autobiográfico. Por un lado, con respecto a sus vivencias como institutriz, y por otro a su faceta más religiosa.
Agnes es una protagonista con gran valía y creo que al igual que Anne demuestra mucha fuerza al lanzarse a un trabajo que en realidad no le gustaba, pero que no abandonó aunque las cosas se pusieran difíciles, porque sabía que ese sería su medio de vida.
La vida de las institutrices era dura y estaban en un limbo, los señores no las trataban como a iguales y la servidumbre no se relacionaba con ellas. Como Agnes cuenta, no dispone de oportunidades para hacer amigos, está alejada de su casa y solo puede hablar con los niños, que la mayoría de las veces no la tratan nada bien.
Para mí ha sido una lectura excelente que he disfrutado mucho. Solo se puede leer un libro por primera vez y hacía mucho que no vivía esto con una obra de las Brontë, por lo que ha sido más especial aún. Si no lo habéis leído, os animo a ello. Anne muchas veces es eclipsada por sus hermanas (en parte gracias a la crítica y a los estudiosos de las tres hermanas) y merece su lugar tanto como Emily y Charlotte.