 |
Me llamaba y quería leerlo pero, después de las experiencias previas algo accidentadas con sus hermanas, lo estaba retrasando. Hasta ahora. Es un libro corto que no llega a las 300 páginas y lo he ido leyendo a trozos. Tiene una fuerte carga religiosa que a mí siempre me cuesta y, definitivamente, es menos enrevesado que Jane Eyre y las Cumbres de sus hermanas, pero yo me quedo con Anne. La historia de Agnes está contada en primera persona y al inicio nos dice porqué lo hace, una decisión que le aporta credibilidad, realidad y proximidad con el lector. Tiene un desarrollo fluido y coherente sin sobresaltos. Sí que es verdad que las emociones son muy intensas, siguiendo la costumbre victoriana de presentarlas a flor de piel y acentuar el drama y a mí siempre se me hace un poco demasiado este estilo. En cambio, en este caso, creo que le da gracia y algo de salseo a la historia y evita que sea demasiado tediosa. Y, después, está Agnes, la protagonista. Una mujer junco. Con unas creencias y principios firmes, se tuerce para adaptarse sin embargo, es de una voluntad inquebrantable y siempre vuelve a sitio. |
>
