Tras los versos del Capitán Veneno

Quien conoce el Carnaval de Cádiz de primeras interioriza más que nada las facetas lúdicas y jocosas de este evento, que cada año multiplica aficionados y adeptos; en los últimos años la expansión carnavalesca, versión gaditana, ha inundado la geografía española y también de otros lugares con afinidad al tema. A la par, se ha incrementado la especialización y dedicación de los comparsistas y chirigoteros, y de todos los que se dedican al ejercicio activo del Carnaval, para responder a la demanda y exigencia que llegan de todas partes. No extraña por tanto que, en cierta forma, la brecha entre la producción del carnaval de calle, de los grupos denominados "ilegales" que sigue siendo la cuna donde se fragua todo, y ese carnaval semiprofesional sea cada vez mayor. Como consecuencia, para cantar y actuar en agrupaciones como las comparsas se precisa aquilatar voces al nivel casi de cantantes líricos y, para diferenciarse con nitidez de las chirigotas, las letras se apartan de lo anecdótico y desternillante para explorar recursos que precisan una formación cultural bastante sólida.

El añorado Juan Carlos Aragón, filósofo y de ideología anarco-libertaria, representaba esa cualidad que también impregna a los brillantes autores de hoy que cultivan, sobre todo, el género de la comparsa. En 2016 editorial DALYA publicó "La canción de Cádiz", que a pesar de que precise actualizarse con los últimos años, sigue siendo un libro de referencia para conocer la formación de este género con el siempre recordado Paco Alba y su evolución posterior hasta el presente. "La canción de Cádiz" alude en numerosas ocasiones a Juan Carlos Aragón, ganador de primeros premios en el concurso oficial de agrupaciones carnavalescas, siempre desde el punto de vista de la historiografía del carnaval gaditano. Cristina Braza Noriega nos conmueve con una propuesta singular y brillante: realiza en su libro "Tras los versos del Capitán Veneno" una aproximación a Juan Carlos Aragón como poeta y, de paso, nos muestra un paisaje del controvertido personaje. Y ambos trabajos los ejecuta con honestidad y respeto; sin duda, con admiración al famoso autor del carnaval de Cádiz.

Cristina Braza es graduada en Filología Hispánica y en sus estudios de máster afrontó un inédito ensayo sobre la poesía medieval. Con este bagaje, como motivo primario del libro responde a la pregunta: ¿Dónde empieza la literatura en la obra de Juan Carlos Aragón? de paso, el libro también aborda la siguiente cuestión: ¿Quién fue Juan Carlos Aragón? y como planteamiento consecuente la autora se responde a sí misma a la cuestión: ¿De qué forma podemos analizar la producción carnavalesca de Juan Carlos Aragón?

El resultado es que el libro recorre por los entresijos literarios de una de las figuras más emblemáticas de la historia del Carnaval de Cádiz, conocido por el Capitán Veneno en su última fase vital. La autora explicita que el lector encontrará en el libro "un análisis de sus símbolos, de las figuras retóricas más sobresalientes, de su temática, de sus tópicos, así como de sus grandes referencias literarias, tanto movimientos como escrito res que forjaron su particular forma de trabajar en el taller de las palabras".

La ficha del libro es elocuente en cuanto al resultado: "Nos adentramos en el mundo controvertido del filósofo e irreverente autor gaditano, y más concretamente, en su universo poético, donde se contemplan temas como el amor y la figura de la mujer, la problemática social y política, la cuestión filosófica y metafísica, la religión y el problema de la fe, y el canto a la tierra". Cada uno de estos temas se afrontan separados en capítulos, aunque con los extractos de las coplas citadas en cada uno de ellos Cristina entrelaza el lienzo donde dibuja un rico y complejo retrato del emblemático autor.

Tras los versos del Capitán Veneno nos revela cuestiones de la obra de Aragón que hasta ahora no han sido puestas en valor desde una perspectiva filológica y literaria; pero, en última instancia, el mérito invaluable del libro Cristina Braza es haber elevado el nivel de las letras de carnaval al que debería ocupar en la producción de autores como Juan Carlos Aragón: un lugar equivalente a las mejores producciones poéticas de la literatura.

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