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Crítica de Merixun


Merixun
21 February 2020
En El niño en la cima de la montaña nos encontramos ante una historia muy pero que muy realista, de esas que hay que leer en algún momento de tu vida por todo lo que contiene, por todo lo que enseña y por todo lo que aporta.

La trama está narrada desde el punto de vista de un niño lo que la dota de cierta inocencia. Es impactante leer cosas que, si bien Pierrot no entiende o no acaba de ver el alcance real que tienen, el lector comprende a la perfección y que se nos presentan con un poso de inocencia y fragilidad que llegan hondo.

Sin dudas, es un gran reflejo de cómo era la sociedad en esa época, es un vivo retrato de lo que provoca una guerra, de las secuelas que deja, tanto físicas como mentales, estás últimas quizás las más peligrosas y difíciles de curar y de todas las cosas que se acaban haciendo por defender un país.

Se nota que al autor estos temas le interesen pues detrás de toda la novela hay un grandioso trabajo de documentación. Por ello, es en cierto modo, una forma de aprender historia, de saber cómo fue un episodio real del pasado, es una forma de que veamos de lo que es capaz de hacer el ser humano ya que se nos muestra lo mejor y lo peor de él y el lector acaba dándole vueltas a todo, reflexionando sobre cómo puede haber tanta maldad en algunas personas.

Un punto a favor, es que, a pesar de que la historia está narrada por un niño, se nos muestra la crueldad sin filtros, tal y como es, cruda y dura por lo que algunos momentos reconozco que son difíciles de leer y te llegan muy adentro, removiéndote mucho y repugnándote aún más.

Si tuviera que describir lo que sentía leyendo el libro en una sola palabra esta sería rabia. Rabia por lo que se nos narra, por las cosas que suceden, rabia por algunas actitudes, que eran tales que me enervaban mucho por dentro, me cabreaban y me hacían hervir la sangre y más teniendo en cuenta y sabiendo que en su momento (y por qué no decirlo, incluso ahora), se daban de verdad y continuamente, que había gente tan desalmada como la que se nos muestra en la historia. Leer todo esto hacía que me sintiera muy impotente al no poder hacer nada cuando me moría de ganas de actuar.

Otro punto destacable es la gran evolución que sufre Pierrot, aunque está no sea a mejor precisamente. Crece demasiado rápido pues la vida, la realidad, le hace perder esa inocencia de la que hablaba antes demasiado pronto, haciendo que se convierta en adulto siendo realmente apenas un niño. Su cercanía a Hitler influye muchísimo en su cambio, haciendo que se convierta en alguien totalmente diferente e irreconocible, cambiando su forma de ser completamente, haciendo que deje de ser Pierrot para ser Pieter, alguien que, si me permitís que lo diga, es muy despreciable.

El final me ha gustado mucho, a pesar de que no es que tenga mucha acción, es un final muy emotivo, de esos que te hacen cerrar el libro con una sonrisa en los labios y lágrimas en los ojos. Es en cierto modo cerrado y, sobre todo, muestra el gran alcance que tiene el perdón y el gran poder de la amistad.

Los personajes están muy bien construidos y definidos y, en esta ocasión, no he sentido que le faltase profundidad a ninguno, ni a los secundarios. No hablaré de ninguno en profundidad porque creo que hay que conocerlos sabiendo cuanto menos de ellos mejor, para así no tener ideas preconcebidas y que así el lector pueda juzgar por sí mismo como son.
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