El niño con el pijama de rayas

En estos momentos acabo de acabar este libro y me siento aturdida por las extensas buenas opiniones sobre el, yo por mi parte y como opinión personal, que no tiene por qué ser la misma que la de casi todo el mundo, no puedo decir que haya sido una gran lectura. Buena sí, pero no extrema. Es más solo me he emocionado una vez.
El libro está narrado desde los ojos de un niño, Bruno, al cual le he cogido mucho cariño. Es un niño inquieto que no se conforma con cualquier respuesta para todas las preguntas que sobrevuelan su cabeza.
En la primera mitad nos encontramos con la vida de este y sus cambios. Unos cambios que al principio se le antojan errores, pero más tarde vemos aun Bruno que va cambiando y aceptando la realidad, pero solo cuando por fin encuentra a alguien con quien jugar. Hay que recordar en todo momento que este niño tiene 9 años.

Bruno conoce a Shmuel, un niño judío que está al toro lado de la alambrada donde él no tiene acceso (campo de concentración y exterminio de Auchviz). Un niño que lleva un pijama de rayas con su gorra a juego como todas las demás personas que están al otro lado de la alambrada. Bruno no o entiende y se aventura a hablar con él y entablar una grandísima amistad. Una amistad excepcional que yo he disfrutado mucho. Es la parte fuerte del libro y por eso se lleva mis 3 estrellas. Por esta amistad y por el final que no os voy a desvelar.
Solo puedo deciros una frase que para mí resume todo el libro: "cada uno recoge lo que siembra" o lo que es lo mismo "lo que das es lo mismo que recibirás".
Este libro demuestra la sencillez de la amistad, la inocencia de los niños y que no hay que guiarse por lo que uno tengo o no, ni mucho menos de que religión sea, ni de donde venga, ni siquiera a donde va.
Desde luego lo recomiendo a niños de 15 o 16 años aproximadamente para enseñarles el valor de la amistad entre otros.
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