Las despedidas

Vuelve Jacobo Bergareche tras el éxito editorial de "Los días perfectos", novela que no leí aunque sí su sinopsis. Suficiente para creer que existen paralelismos entre el personaje principal de ambas: un matrimonio, desgastado por el tiempo y la convivencia, la búsqueda de una pasión intensa, aunque puntual y poco duradera, que le de sentido a una existencia gris y rutinaria.

Diego, es un empresario de éxito, casado y con varios hijos. A punto de inaugurar su nueva casa en Menorca, y de manera fortuita, vuelve a encontrarse con una mujer de la que desconoce hasta su nombre, pero con la que tuvo una breve relación hace 17 años durante un festival. En ese encuentro, que ha recordado como un sinónimo de libertad exenta de responsabilidades, de comunión, de comunicación, de quién pudo llegar a ser durante unos días, hubo una conexión más allá de lo físico, muy emocional, que a nuestro protagonista le ayuda a superar una tragedia familiar que le obsesiona. Este hecho casual puede cambiarle la vida.

El amor, la pasión, las emociones, el desgaste de las relaciones de pareja y de la convivencia, la infidelidad, el duelo, el suicidio, las relaciones paternofiliales, la búsqueda de la felicidad por encima de las responsabilidades contraídas, son los temas centrales de esta novela.

Con una narrativa ágil y fluida, Bergareche nos muestra a Diego, nuestro protagonista, dispuesto a agarrar unas horas al vuelo sin medir las consecuencias, quizá, esta vez, a hacer posible su continuidad. Su mujer, un personaje trazado de manera severa, fría y distante, con la que es difícil conectar de manera afectiva. Sólo ella, esa mujer sin nombre, parece tener clara su posición y sus circunstancias. Con un hijo, madura y coherente, sabe todo lo que nunca esperó y lo que jamás podría esperar.

Comienza la novela con una cita del "Romance del prisionero" (Anónimo), nunca más acertado: "...sino yo, triste, cuitado/que vivo en esta prisión,/que ni sé cuando es de día/ni cuando las noches son/sino por una avecilla/que me cantaba al albor"

Un instante de belleza, casi idealizado en la memoria, donde encontrarnos, donde encontrarse, al que podríamos aferrarnos toda una vida.

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