Primavera con una esquina rota

Esta novela me hizo reencontrarme con Mario Benedetti y era justo como lo recordaba, diáfano, simple, muy latinoamericano. Hace mucho que no leía a Benedetti, la urgencia de la pila de libros por leer, buenos o malos, según mi propio criterio, el ocaso del entusiasmo juvenil, la falta de asombro por las cosas que pasan en el mundo, que hemos visto tanto que las miramos con indiferencia y eso es una de las peores cosas que nos podría pasar.
Hace casi 20 años que no leía como tan a este escritor, e incluso antes lo que más leía era poesía, que no toda es romántica y si mucha de protesta, de cotidianidad y algunos cuentos. Había leído La tregua que me gusto mucho, era uno de mis libros favoritos hace un tiempo y de relectura obligada periódicamente, pero esta Primavera con la esquina otra, tiene otra dimensión, no mejor ni peor, solo distinta y es una suerte de mezcla de todos los estilos que había reconocido tanto en su prosa como en su verso, esa mezcla de cotidianos con palabras claras, sin rimbombancia, lo más directa posible, para que llegue el mensaje alto y claro, sin interferencia, para que el ejercicio mental al que nos someta sea mas un ejercicio de conciencia que un ejercicio semántico o gramática.
Me gusta esa manera de contar la historia, cada personaje con su voz propia, su estilo y sus puntos focales, siempre existe tu verdad, mi verdad y la verdad de otros, todas de una misma realidad. Cada punto de vista, le aporta el detalle que se ve únicamente desde un ángulo en particular y es enriquecedora la experiencia.
Que desosiego, la incertidumbre de no saber que hacer para cambiar algo, y eso me hizo pensar en que algunos conseguimos la primavera echa, pero otros se tuvieron que conformar con los trozos y tratar de juntarlos nuevamente. El exilio es un cabrón y los que se auto exilian por temas económicos terminan igual de tristes que los exiliados políticos.
Tan real que duele, que no puedes evitar la lágrima solitaria que recorre su camino inevitable, como inevitable es el amor y el desamor, los certificados de garantía no existen en las cosas de la vida.
Cada personaje frente a su decisión, Don Rafael, Graciela, Rolando y el propio Santiago, no hay “lo correcto” en estas circunstancia, solo tratar de seguir adelante sin romperse o juntar los pedazos en caso contrario.
Adoré los personajes sobre todo a Beatriz, tan real el mundo de una peque como el de cualquier adulto.