Mi isla

Maggie vive desde hace dos años en una pequeña isla del Mediterráneo. al fallecer su abuela le dejó en herencia una casa que ella ha convertido en una casa de huéspedes. Allí es feliz; va descalzada todo el día, cuida su huerto con mimo, visita a menudo su cala favorita y pasa muchas tardes con la señora Mercedes, una anciana que se ha convertido en su mejor amiga. En su isla no tiene preocupaciones y, sobre todo, no tiene que pensar en qué fue lo que le llevó allí. Hasta que aparece él... El jodido Alejandro. Este hombre que parece un atlante despertará en ella sentimientos que llevaban en un cajón mucho tiempo y que jamás deberían haber salido de ahí. Pero salen. Se escapan y sobrevuelan la isla. Y Maggie no tendrá otra alternativa que dejarlos libres, aunque eso signifique volver a ese pasado que prefiere olvidar.

Duodécimo libro de Elísabet Benavent que leo. ¡Madre mía! Parece que fue ayer cuando empecé a leer a esta mujer y resulta que ya llevo doce historias a cuestas. La de Maggie tendría que haberla leído en abril, pero por culpa de un bloqueo lector me fue imposible...

El libro está enteramente narrado en pasado. Más tarde nos damos cuenta de que es la propia Maggie, la del presente, la que nos cuenta que ocurrió en esos años de su vida. Podemos leer, también, algunos capítulos desde el punto de vista de Alejandro, pero son muy pocos. Me arriesgaría a decir que no cuenta con más de cinco. Aun así, ser testigos de cómo vivió él todos los acontecimientos me pareció muy interesante. Ya sabéis que yo soy fan de la narración compartida.

Aunque la propia autora se ha encargado de dividir la historia en cinco partes, yo la he dividido en dos; tres como mucho. La primera, la de la isla, es mi favorita. Esas primeras 150 páginas, más o menos, fueron lo que más disfruté de la historia. Ahí todavía no sé sabe qué fue lo que empujó a Maggie a abandonar su vida en la ciudad y refugiarse en la isla, pero se intuye que está al caer. Y cuando explota, todo se vuelve del revés y empieza la segunda parte de la historia, que no he disfrutado tanto.

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“[...] Se sentía solo. Muy solo. La soledad elegida, decía, era bonita; la impuesta, un castigo.”
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Esta no es una historia fácil. Se tratan algunos temas que no estaba acostumbrada a leer. Me ha gustado poder saber qué sentía Maggie realmente mientras actuaba así. Me ha hecho comprender algunas cosas, pero otras sigo sin entenderlas ni compartirlas, y sí, he juzgado a la protagonista más de una vez. Como digo, es una historia con partes bastante duras.

Maggie es una chica que tiene dos versiones, como se verá a lo largo del libro. Pero en ambas es alocada. Es una de sus características más notables, para bien y para mal. le gusta sentirse libre, aunque no siempre pueda, y también es muy apasionada, para todo. Tiene mucho carácter y lo saca a pasear bastante a menudo. Otra de sus cualidades que más destaca es la determinación. Si decide algo, va a por ello cueste lo que cueste. Pero a veces el precio a pagar es demasiado alto para la recompensa que obtendrá...
Alejandro también tiene dos caras. Una de ellas me ha encantado, pero la otra la he aborrecido. La primera es divertida, pícara, detallista, cariñosa, empática, se preocupa por las personas a las que quiere y las cuida muchísimo... Vamos, una joya. Pero en el otro lado tenemos a un chaval rencoroso, vengativo, sucio, que no duda en echarte en cara las cosas que duelen cuando está enfadado, puede llegar a caer muy, muy bajo... Esta segunda versión de Alejandro ya se puede atisbar al principio de la novela, pero no es hasta casi el final cuando se desenmascara por completo. Me he enfadado muchísimo con él, porque además yo he conocido en mi vida a personas así, que no dudan en destrozarte verbalmente cuando están enfadados. Me da igual si tienen motivos o no para tener semejante cabreo, no puedes hundir a una persona así, y menos cuando sabes justo dónde golpear.
En este apartado quiero destacar a la señora Mercedes. Esta anciana de más de ochenta años se ha convertido en la mejor amiga de Maggie en la isla. Tiene una mentalidad joven, gracias a la que nos podemos reír a carcajadas en sus intervenciones. le encanta coser, sobre todo vestidos para Maggie, a la que está enseñando, aunque le cueste lo suyo, y vive enamorada de la isla y de la vida. Sin ella este libro no hubiera sido ni parecido.

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“[...] Escucharla reírse era media vida condensada en el aire.”
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La relación romántica que surge entre estos dos personajes me gusta cómo empieza, cosa que no puedo decir muy a menudo en las novelas románticas. La atracción es evidente desde el primer momento, porque los dos están para comérselos. El deseo crece, los días pasan, en una pequeña isla no hay mucho que hacer, y, al final, el roce hace el cariño. Quizá me hubiera gustado más que pasaran más tiempo en la isla. Quince días pueden llegar a ser muy intensos, lo sé por experiencia propia, pero si se hubiera alargado un poquito más creo que podría haber sido incluso mejor.

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“—Échame de menos —me dijo.
—¿Y tú que me das a cambio?
—Qué no te daría ya?”
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El final no me ha convencido. Como he dicho antes, yo he dividido el libro en tres partes, y en esta tercera me ha parecido que todo ocurría muy de corrido, como que le faltaban páginas. Después de todo lo que ocurre hasta llegar a ese punto creo que merecíamos un final menos precipitado. Porque no me he llegado a creer los tres últimos capítulos.

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