El don de la simplicidad es la suerte, y la bendición de los que no ofuscan sus mollera con ideas rebuscadas que acaban por ensombrecer las almas y los días.
|
El don de la simplicidad es la suerte, y la bendición de los que no ofuscan sus mollera con ideas rebuscadas que acaban por ensombrecer las almas y los días.
|
Han venido a borrarnos de un mapa en el que ya ni siquiera aparecemos, y con el tiempo, también lo harán con cualquier rincón de la memoria en el que pudiéramos habitar
|
Sangre en las manos y plomo en las conciencias que, a fuerza de represión en los enclaves que saltaban y terminaban por arrasar, se iban quedando frías y mecanizadas como el metal de las municiones que sus máuseres expectoraban con aliento a pólvora e infierno contra los soldados del bando contrario e indefensos y vencidos civiles, con los brazos en alto y el espanto grabado en el gesto.
|
Se inventaron dos naciones a la fuerza, obligando a la inmensa mayoría de sus habitantes a tomar un partido, cuando estos ni siquiera eran capaces de escribir el propio nombre en la hoja de reclutamiento forzoso.
|
Dime tú, ¿quién va a tener el valor de girar la cabeza y recordar lo que un día fuimos sin quebrarse dolor al hacerlo? Olvidaremos por no sentir más desazón, tendremos que volver nos amnésicos y pensar que no hubo más vida que la que ahora comienzo. Como lo hacen los peces, que nadan en el río Japeo si ser capaces de retener dónde estuvieron apenas unos metros antes. Tal vez lo hagan por no volverse locos,porque al ser peces y no poseer patas o piernas, les está prohibido echar raíces en ninguna parte y han aprendido a subsistir así, sin el lastre de un pasado sobre las resbaladizas escamas, libros de nostalgias y de culpas. Toda nuestra historia quedará reducida el lejano eco de una canción bajo el agua, Eladio. Nos borrarán de los libros, y hasta de las propias cabezas, como si jamás hubiésemos existido.
|
He llorado, me he partido de risa, me he apenado. He vivido con los personajes el relato como si ya los conociera. Enganchada desde la primera página, felicito a la autora y reconozco que me he quedado con ganas de más. Lo he devorado en tres días. Recomiendo este libro.
|
La sucesión de las horas era un desfile de minutos clónicos que se insertaban en sus cicatrices para recordarle aquello cuanto había terminado por desvanecerse en sus sueños y en su mutilado cuerpo.
|
La paz en tiempos de contienda no era otra que el edulcorado recuerdo de aquellas soporíferas sobremesas observando como Úrsula y su amiga alisaban las horas tensando la tela de lino blanco en el bastidor de bordado para luego acribillarla con cuidadosos y quirúrgicos pespuntes.
|
A un soldado, pasada la guerra, le debería estar prohibido el recordarla, y a un hombre el recordar su mundo tal como era antes de ella.
|
(...) Había todo un pueblo por reedificar, piedra a piedra, y un buen puñado de almas que reconstruir, abrazo a abrazo.
|
Fue publicada en ...