Tres veces al amanecer

Algo se le quedó atravesado a Baricco en su obra Mr Gwyn...a todos nos ha pasado.
Esos insoportables retortijones que te conducen a la sala de expulsión y una vez llegas al trono, no hay alivio, por más esfuerzo, solo consigues algún trueno dispar sin alcanzar la gloria y con ese dolor que viene y va...que te recuerda, inmisericorde, que la tormenta no ha pasado y que tal vez todo concluya con una granizada* traicionera. ( * multitud de cosas que caen o se manifiestan continuada y abundantemente, rae, segunda acepción)

Tres veces al amanecer es un libro que aparece en su pequeña obra arriba citada y que el italiano, entre pedos y dolor abdominal diseña con sus posaderas acomodadas en la fría cerámica que impasible, espera el resultado final de unas gambas en mal estado.

Y todo, por la pretensión de llevar una novela a otra.
Aquí es donde se gesta la gran cagada, donde la originalidad y frescura de los tres relatos se me van por la taza del w.c.
No había necesidad de crear una expectativa de secuela, para hacernos literalmente la cobra, si, muy bella, pero me voy sin beso y con las manos vacias.

Pero si separamos ambas obras, cometería una injusticia prescindiendo de las muchas cosas buenas que tienen estos tres cuentos.

Su aparente desorden, donde todo encaja al final, el brumoso amanecer donde todo acontece, las distintas edades de los mismos personajes en las diferentes escenas, que se parecen y sin embargo son desiguales y en como influyen nuestras acciones en un futuro siempre incierto, danzan alrededor del lector y lo atrapa.

A ello le sumamos una narrativa directa pero cuidada, prodiga en diálogos rápidos, con ingenio y nos llega la recompensa de haber convertido un mal de tripa, en paz y esperanza.
El descanso del guerrero.

Como tantas veces, no le hacia falta a este texto, depender de nada, pues te condiciona, y pierde el independiente brillo que de por sí solo tiene.
Es mejor leerlo sin esperar apariciones pasadas.

Un sudor frio acompañado de sonidos intestinales acaban de someterme a una urgencia letal, que esté el baño libre por dios o voto a bríos, que, ¡¡deshonrare al fregadero!!!

No todo lo de Baricco es excelente, pero casi todo es bueno.