Una pequeña joya, delicada, sutil, muy sensorial, poética, sensual, con una forma de narración que recuerda a las antiguas leyendas y con un final sorprendente y revelador. Se puede leer de un tirón, es breve pero deja poso. Nos cuenta la historia de un viajante francés en el siglo XIX que va en busca de gusanos de seda al misterioso y hermético Japón de la época. Y creo que es mejor no saber nada más para adentrarse en la obra a ciegas y dejarse sorprender, aunque lo importante no es lo que cuenta si no como lo cuenta. |