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Aunque Seis de Cuervos dejó el listo muy alto, Reino de Ladrones no logra superarlo (por poco) pero pone un fantástico broche final a una bilogia que pasa a formar parte de mis favoritas de la vida. Con el final de Seis de Cuervos acabamos con el corazón en un puño y la historia continúa haciéndonos sufrir y reír a lo largo de sus páginas. Me encanta la tensión que crea la autora porque consigue que no te puedas despegar del libro y que lo devores súper rápido. Aparte del ritmo frenético que tiene la trama, esta historia no sería tan buena si no fuera por el lugar donde se desarrolla y por los personajes. Los personajes son una panda de inadaptados, cada uno con sus traumas y sus historias detrás, que no se parecen nada entre sí pero que tienen un papel tan definido en la historia que los hace imprescindibles a cada uno de ellos. Y Ketterdam como escenario me parece fantástico, de hecho, me recuerda a la Birmingham de Peaky Blinders (donde Kaz no puede ser más clavado a Tommy Shelby) con el ambiente oscuro, los canales, las bandas, los locales de juego... Aunque el final es agridulce creo que debe ser así, sino perdería credibilidad. Si no los habéis leído no sé a qué estáis esperando. |
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