Permafrost

Mi primera lectura del 2021 quiso coincidir con un temporal de frío y nieve. Se debieron de escoger mutuamente ❄

Leer Permafrost me ha producido lo mismo que cuándo leí a Eva por primera vez con Boulder. Para empezar debo destacar, impacientemente, el lenguaje poético desde el que nos escribe Eva. Creo que tiene el don de convertir en poesía todo aquello que se proponga describir y de sacar lo poético o lo bello dónde nosotras quizá no veríamos más allá...

La carta de presentación de esta lectura sería: la muerte, el sexo, la familia. O como una mujer puede ir pasando por la vida de puntillas, con pensamientos suicidas pero hay hechos, situaciones, sensaciones, personas y placeres que irremediablemente le empujan a la vida. Es posible que para algunas mentes resulte un relato incómodo porqué es explícito o quizá es que estamos acostumbradas a no nombrar las cosas por su nombre o incluso a no nombrarlas directamente. Este tipo de libros personalmente me ayudan a deshacerme de vergüenzas, tabúes o límites. Necesitamos más lecturas así, no tan dulcificadas o edulcoradas. Lecturas brutas, reales y que te dejen días con un regustillo pero sin saber qué decir o qué pensar, incluso. Eso significará que el dicho “sin pena ni gloria” no va con ellas.