Morder el anzuelo

Tras el final de Sucedió un verano, Hannah y Fox han mantenido el contacto. Todos conocen la fama de mujeriego de él, pero no que, desde que conoció a la chica, sus pensamientos están empezando a cambiar.
Cuando por el destino Hannah pasa unos días en su habitación de invitados, no sabe si arriesgar su amistad para iniciar una aventura con ella.

En esta secuela se pierde ese toque divertido y arrollador de Piper, que hacía de Sucedió un verano una novela fresca y divertidísima. A cambio, Hannah otorga una perspectiva mucho más realista, con la que más personas se puedan sentir identificadas (pese al padrastro millonario y trabajar en una gran productora de cine).
De nuevo, las escenas subiditas me han parecido antimorbo; debo ser la única a la que los machos que van de sobrados le dan repelús.
Hannah se siente la actriz secundaria de su propia vida y tiene complejo de salvadora hacia Fox, empeñado en creerse el papel que ha creado para los demás. Si bien es cierto que esto pasa en la vida real, se me ha hecho bastante pesado, y la evolución de los personajes es muy lenta; se quedan bastante estancados, sobre todo él.
El final me ha parecido bonito en exceso; creo que hubiera sido más realista si no hubiera sido por esas cualidades de los protas que comento.
En general, Morder el anzuelo me ha gustado, pero le he visto cosas malas; creo que, de elegir, me quedo con Sucedió un verano.
Estamos ante una historia genial para pasar el rato, pero que a veces se hace cuesta arriba y cuyos personajes tiene cositas que no me han terminado de convencer.