Aunque no es lo más racional, comenzaré haciendo una breve alusión a la portada de la novela. La primera vez que la vi me resultó muy poco atractiva y no me incentivaba para nada hacia su lectura. Sin embargo, a medida que avancé entre sus páginas y fui conociendo a Oliver, la ilustración que la preside (un chico en la noche con el rostro ligeramente difuminado) fue cobrando sentido. Si bien, como he señalado, la portada no me invitó a la lectura, sí que lo hizo desde el primer momento su sinopsis. En esta novela se narra principalmente la historia de Oliver, un chico que se queda hundido en la soledad tras la repentina muerte de sus padres. Estas pérdidas harán que el protagonista se vea sumido en una profunda depresión que se manifestará, entre otros modos, mediante un insomnio perenne. En este estado depresivo, Oliver asesinará a su novia y esa noche, por primera vez desde el fallecimiento de sus padres, logrará dormir profundamente. A lo largo de los capítulos iremos viendo cómo, a pesar de luchar continuamente contra el insomnio, solo la maldad extrema (causar la muerte ajena) le permitirá conciliar el sueño. Así, pues, la muerte de su prometida (Kristin) no será la única. En cuanto a la temática, me ha parecido muy novedoso el hecho de que toda la novela gire en torno al insomnio y cómo este puede llegar a transformar a las personas. No obstante, este no es el único tema tratado, pues también están presentes otros como el amor y la venganza. En lo relativo a los personajes, no he logrado empatizar en profundidad con ninguno de ellos; aunque sí lo he hecho en cierta medida con Oliver, dado que ambos compartimos desvelos nocturnos. Por otra parte, la novela se divide en ocho capítulos más el epílogo. Está escrita de forma sencilla y la autora no recurre a elementos que ralenticen la lectura, por lo que sus escasas doscientas páginas se leen rápidamente. En definitiva, se trata de una novela novedosa en la temática y trama, con un final inesperado. + Leer más |