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SENTIDO Y SENSIBILIDAD". Jane Austen. . Hasta el momento, Jane Austen no es para mí. Después de leer "Orgullo y Prejuicio" y sentir que las altísimas expectativas habían obrado en mi contra; pensé, al inicio de esta lectura, que el cambio sería notable; pero nada más lejos de la realidad. Cuando leo libros del S.XVIII, XIX o XX, espero un marcado costumbrismo que me acerque fielmente a la cotidianeidad del presente que nos narra. Busco en estos libros los gestos rutinarios del día a día, que me expliquen qué comían y cómo lo elaboraban, qué ropas llevaban, cómo organizaban sus casas, cómo se ganaban el pan y en qué lo gastaban. Qué gestos eran comunes, qué pensamientos se llevaban a la cama o en qué lugares guardaban el queso o la jofaina. Espero personajes comunes, ordinarios, reales. Espero ver los estratos sociales perfectamente perfilados en cada diálogo, en cada ademán; en la señorita, el cocinero o el cartero. Deseo una crónica diestramente sujeta con las acciones del día a día. "Sentido y Sensibilidad" me ha resultado aún menos complaciente que "Orgullo y Prejuicio". Más azucarado, más soporífero. Quizás me engañaron unas leves descripciones sobre los árboles y las hojas caídas en otoño... Pero se quedó ahí para ser un constante batiburrillo de señoritas adolescentes de la clase media alta preocupadas por encontrar al marido perfecto entre obligaciones por estatus y posición, y una moral culta no intrusiva ni autoritaria. Sinceramente, esperaba otra cosa, otro modo. Quizá un escrito dirigido a un público más amplio. Sin embargo, recomiendo encarecidamente leer a Jane Austen aunque sea al menos una vez. Creo que hay que tener siempre viva la memoria de todos aquellos que fueron precursores del bienestar de la humanidad y de las libertades; de todos aquellos que fueron pioneros en derribar barreras, abrir caminos o destruir celdas. Y Jane Austen lo es, por eso hay que rendirle tributo aunque sea leyéndola una vez. Quisiera encontarme con alguna obra suya que realmente me llegue, pero por el momento, lo dejaré pasar. . |
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