Orgullo y prejuicio

En mi propósito de descubrir los grandes fenómenos literarios de la Historia estaba leer Orgullo y Prejuicio antes de que terminase este 2016. Me enfrenté al libro con ilusión y expectación por saber qué es lo que me iba a encontrar y este fue el resultado.

La novela nos sitúa en una época en la que el amor y las relaciones interpersonales estaban ligados a los intereses que surgían a la hora de contraer matrimonio. Así lo retrata Jane Austen en su libro. Nos introduce en una sociedad en la que la apariencia y los bienes materiales se supeditan a los sentimientos verdaderos. La prosa cocina, a fuego lento, una trama muy interesante que te atrae cada vez más conforme avanzan las páginas.

Pero, antes de realizar un resumen final sobre qué opinión me ha merecido la obra, me gustaría centrarme en otros aspectos con los que ir desgranando poco a poco mi crítica.

Uno de los puntos que más me han cautivado y me han llamado la atención es la psicología y el papel que juegan los protagonistas. Es admirable sentir en primera persona la capacidad que tiene Jane Austen para hacernos empatizar o distanciarnos de determinados personajes. Destaco en este apartado al señor Bennet, del que me gustaría reseñar los toques de sarcasmo e ironía que caracterizan su figura, y a la valiente Lizzy, de la que me ha gustado su espontaneidad, sus ideales y la manera que tiene de ver la vida sin darle mayor importancia a lo que los demás puedan o no pensar sobre su comportamiento.

Llegados a este punto en el que os he presentado a Lizzy, voy a profundizar más en la filosofía y el mensaje que, a mí entender, nos regala Jane Austen en Orgullo y Prejuicio. Lejos de una sociedad en la que las vidas de las personas se mueven por interés y se basan en aparentar, hay una ligera esperanza para los sentimientos más profundos. Estos no son otros que aquellos que huyen de los ojos ajenos de las masas y que se centran en la búsqueda de la plena felicidad y la realización de uno mismo.

Otro de los mensajes remarcables de la novela, y aprovechando para dejar entrever ligeramente el porqué del nombre de la novela, es que de nada sirve fiarse de la apariencia y de las palabras y opiniones de terceros acerca de una persona hasta que no la conoces a través sus propios actos.

En cuanto al vocabulario, destaca por su sencillez y la ausencia de ornamentaciones de ningún tipo, hecho que profiere al libro una mayor atracción para con el lector.

De esta manera, si juntamos y valoramos todos estos aspectos, tenemos ante nosotros una de las joyas de la corona de la literatura del siglo XIX y, por qué no decirlo, de la Historia escrita con letras.
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