Las primas

Yuna no tiene una familia normal. Su madre es maestra "de puntero, de guardapolvo blanco y muy severa"; su padre "la abandonó y nunca volvió a cumplir sus obligaciones de pater familiae"; su hermana es minusválida; y sus tíos y primas completan una galería de fenómenos que a los ojos de Yuna constituye una verdadera casta maldita. El escape para Yuna es el arte: a lo largo de la novela va consolidándose como artista plástica, a la vez que logra ir superando, con ayuda de su perseverancia y del diccionario, las limitaciones lingüísticas que son la incapacidad que señala su pertenencia a esa "barbaridad de excrementos y deformidades' que es su familia.

El gran logro de Aurora Venturini (que con una vida digna de novelarse irrumpió en el panorama de las letras argentinas a los 85 años para recoger la aclamación tan merecida antes de morirse) es haber creado una voz única, dotada de un humor inteligente, corrosivo e inclemente, que desliza, mezclada con anécdotas memorables e hilarantes, una crítica social muy certera que incluye cuestiones como el abuso de menores, el aborto clandestino y la hipocresía moral de las clases medias. El crecimiento y la autosuperación de Yuna van acompañados del apoyo de quien probablemente sea el personaje más inolvidable de la novela: su prima Petra, enana, prostituta y justiciera, tan admirable como temible.

Creí detectar en esta obra ciertos ecos de Arlt, con su foco en la sordidez y el afán de supervivencia a toda costa de los de abajo, pero también en su concepción del arte como forma en que los marginados pueden reconstruirse y conquistar un espacio social. Arlt dice "el futuro es nuestro, por prepotencia de trabajo"; Yuna busca "olvidar y continuar mejorando hasta llegar a (...) aplastar mi original minusvalía" y sostiene que "regresé al universo de los vivientes que conquisté y me merecía", con un afán de revancha no exento de la melancolía de lo resignado en la búsqueda. No se pierdan su viaje y su voz originalísima.