El fin de la Eternidad se podría considerar una precuela de la Fundación, y sin duda me parece una muy buena opción para empezar a leer al autor. Tiene una prosa asequible y una historia que te obliga a seguir leyendo sin poder soltar el libro, con un desarrollo complejo que se va desgranando poco a poco y giros que sólo necesitan tres líneas para volarte la cabeza. Todo ello aderezado con las habituales dosis de crítica y reflexión sobre la psicología humana y la especulación suficiente para dejarnos comiéndonos el coco sobre la realidad y las paradojas temporales. Un novelón que no ha perdido nada de su originalidad, parece increíble que se escribiera en 1955. |