Necesitaba tatuarme el alma de marcas optimistas que me ayudaran a ver la vida de otra manera, y fueron aquellas palabras y aquellos versos los que me aportaban momentos de calma y empujones de felicidad.
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Necesitaba tatuarme el alma de marcas optimistas que me ayudaran a ver la vida de otra manera, y fueron aquellas palabras y aquellos versos los que me aportaban momentos de calma y empujones de felicidad.
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Si alguna vez la vida te maltrata, acuérdate de mí que no puede cansarse de esperar aquel que no se cansa de mirarte.
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No todo el monte es orégano, amigo, y hasta en la oscuridad, podemos ver un reguero de luz solidario y hermoso.
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No os podéis imaginar la fuerza que uno saca cuando son las entrañas las que golpean.
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Estando preso, la impotencia hace que el dolor se multiplique por mil.
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Una de las cosas que mueren cuando entras en prisión es el tiempo.
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Una buena lectura en nuestras manos era lo más parecido a una fuga ingeniosa y entretenida, y con esa ilusión me preparaba para abrir las páginas de lo que fuera.
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No siempre cuadraba el perfil con el prejuicio.
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Nunca había un período de tiempo suficiente para adaptar a un hombre libre a su jaula.
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Tu vida renqueante se irá apagando inexorablemente mientras te dedicas a intentar dejar una huella digna y discreta, y tu escaso tiempo ofreciéndole un recoveco al arrepentimiento. El día de tu velada sombría, te irás torpemente para no volver, envuelto en tus rectificaciones y tus miedos, aunque a decir verdad, ya nada servirá para nada. Tu estela de errores quizás se comente entre cafés, condolencias y muecas, pero desaparecerán más pronto que tarde. Solo tú, en tus últimos días de arrugas y nostalgia, podrás darte cuenta del daño que causaste, la fragilidad de tus actos y la imposibilidad de cambiar tu destino.
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10 negritos