Es fácil presumir fortaleza ante los que no saben lo que sentimos en realidad. Podemos negar y eludir miles de luces en la noche, pero al final somos conscientes de que no podemos tapar la luz del sol con un dedo.
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Es fácil presumir fortaleza ante los que no saben lo que sentimos en realidad. Podemos negar y eludir miles de luces en la noche, pero al final somos conscientes de que no podemos tapar la luz del sol con un dedo.
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En algún momento de nuestras vidas nos sentimos aferrados a un amor tan inmenso que sentimos que no cabe en nuestro pecho. A su vez sabemos que es uno de esos amores imposibles y que debemos alejarnos, que aunque nuestro corazón se resista, debemos hacer lo impensable para lograr soltarlo y continuar aunque el alma quede, para toda la vida, impregnada de recuerdos.
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Las circunstancias difíciles, las decepciones, las lágrimas de sufrimiento y las caídas nos hacen crecer y nos dan la oportunidad de reflexionar, ser mejores personas y así engrandecer nuestra alma.
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Si he aprendido algo en el transcurso de mi vida es que a veces el grito más fuerte que puedes dar es quedarte en silencio... darle tiempo al tiempo es el mejor antídoto.
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—Con nombre y apellido, dueles.
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Es difícil confiar, es fácil querer, es malo herir y es imposible olvidar si amas con el alma.
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Y es que no hay palabras cuando el dolor y la herida están muy dentro de tu ser, no hay medicamentos que curen el desconsuelo del alma, solo hay un anestésico llamado tiempo.
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Si algo he aprendido a través del tiempo es que la tristeza es ese sentimiento que refleja lo que anhelamos y que no tenemos en el momento que deseamos.
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La vida son tres minutos, besa despacio, ríe muy fuerte y no mires atrás. Efímera es, se va en un parpadeo. Quédate ahí, con quien te regale una eternidad en esos segundos contados. —Escribe cartas, también para ti
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Once