Miró largo rato el álbum familiar. Bajo la pobre iluminación de la lámpara de queroseno, los rostros de aquellos parientes perdidos en el Leteo se veían especialmente tristes y pensativos. «Hasta pronto», susurró Anatolia mientras acariciaba cada fotografía con sus dedos encallecidos por el duro trabajo en el campo. «Hasta pronto». A pesar de su estado de preocupación y nerviosismo, se durmió con facilidad y lo hizo hasta la mañana siguiente.
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