Eva, Paula, Inés, Maya y ahora Violeta. Las mujeres son protagonistas en la obra de Isabel Allende, se las mencione en el título o no. En este caso Violeta, una niña, mujer y anciana, nacida en 1920, con una historia fascinante. Su siglo de vida nos permitirá acompañarla a lo largo de interesantes y dolorosos hechos históricos de su país y del mundo, aunque ella, a veces, esté tan enfrascada en su tumultuosa y ocupada vida que reaccionará tarde ante lo que ocurra a su alrededor. La lectura del libro comienza suave, con alguna pincelada, muy sutil, de realismo mágico. Parece que Isabel Allende nos da una tregua, un respiro entre sus tormentosos y trágicos libros, pero eso sólo será al comienzo, un espejismo. Conforme las páginas avanzan la escritora vuelve a tópicos recurrentes en sus obras: dictadura, represión, maltrato, vejaciones, la amargura de ser mujer en tiempos duros. Admiro la aparente facilidad con que esta mujer construye y escribe sus historias. Siempre es un placer volver a leerla. |