Echidna

Solo quienes nunca han pasado una noche en alta mar piensan que entre el cielo estrellado y la inmensidad del océano reina el silencio.

No deja de maravillarme la capacidad que tienen las Parcas para elegir las hebras más retorcidas a la hora de tejer nuestro destino.

¿Cómo describir la sensación de irrealidad que me embargó al levantar la mirada y observar aquellas cimas, desoladas y negruzcas, con la luz rojiza del crepúsculo antártico derramándose sobre ellas? Nunca antes me había sentido tan insignificante y sobrecogido por la mezcla de horror y de placer que me provocaba la contemplación de aquellas cumbres extraordinarias.

He escuchado tantas historias acerca de cultos ancestrales y liturgias esotéricas que ya no sé ni qué pensar. ¿Son cuentos sin fundamento, prejuicios malintencionados para justificar nuestras propias arbitrariedades y reafirmarnos en una superioridad en la que cada día confío menos?

Como te dije una vez, es extraña la manera en que algunas personas entran a formar parte de nuestras vidas; unas vidas que hasta entonces les eran ajenas y de las que inesperadamente se convierten en protagonistas.

Por más que lo intente, nunca seré capaz de borrar el recuerdo de lo que presencié en las profundidades de la Tierra.