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La música de los prodigios nos sitúa en América, a primeros del siglo XVIII, época del colonialismo. En las propiedades británicas en el nuevo mundo, sigue existiendo la magia: criaturas como dragones y una poderosa música capaz de invocarlos. En estas colonias se encuentra Hester, que fue entregada en matrimonio al fiscal Vandell, una figura importante de la ciudad de Edenton. A los años de estar allí, llega su hermana Olive, a quien su padre también planea casar con otro hombre importante de las colonias, y es con la llegada de la segunda de las Woodcombe cuando comienza la novela. Primero de todo, hay que decir que, si las ediciones que hace Nocturna son una maravilla, este libro se lleva la palma. Además de la portada, las ilustraciones interiores de cada criatura me han enamorado por completo, así que mi más sincera enhorabuena a Inma Moya por su trabajo (sin restar importancia, por supuesto, a @liliasthur y sus ilustraciones de los personajes). El mudo que han creado Costa Alcalá es una pasada. Desde el primer capítulo, su estilo te mete de lleno en las colonias británicas, en la jungla o en medio de la batalla; está claro que los autores controlan tanto que da igual la situación que se les ponga por delante, que la van a manejar a la perfección. Además, es un universo de lo más amplio; es increíble la cantidad de criaturas nuevas que se nos presentan, mezclada con matices históricos. Estamos rodeados de maravillas, y no sabemos más que rechazarlas. Por miedo. La trama tiene muchísimo misterio y acción. Es cierto que la parte de Hernán y Hester se me ha hecho un poco confusa, aunque llega un punto en el que alcanza a tener cierto sentido. Sabéis que me encanta la fantasía, y si lo mezclamos con misterio para qué os digo más. A pesar de que el mundo que han creado los autores es muy complejo, no se llega a hacer denso en ningún momento, sino que se entiende a la perfección todo lo que está ocurriendo. Esta historia está narrada por varias voces, cada cual más distinta de la anterior. Me ha encantado esa diversidad de personajes, que además ayudan a mostrar temas como el racismo, las relaciones de familiares distanciados, los matrimonios de conveniencia o la naturalidad de una relación LGBT. Siempre he dicho de los libros de los autores que no se nota que están escritos por dos personas distintas, y La música de los prodigios no iba a ser una excepción. Es más, la forma de escribir fluye de forma super natural, haciendo que la novela sea muy fácil de leer a pesar de tener más de 600 páginas. Además, la forma en la que este libro está escrito nos mete de lleno en la época en la que se ambienta; es como estar en el siglo XVIII, pero con un lenguaje no tan cargante, y las descripciones son una maravilla. Estamos ante una historia original y con muchísimos matices que, además, tiene una edición preciosísima. Desde que descubrí a los autores, no me han decepcionado, y os animo a que los leáis también; yo ya tengo ganas de hincarle el diente a Buenas hermanas. |
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