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Crítica de marlluch


marlluch
24 May 2022
Quiero empezar esta reseña agradeciendo a Masa Crítica y a la editorial Lumen la oportunidad que me han dado de realizar una reseña de la obra de Laura Agustí.
Desde siempre he sido una apasionada de la naturaleza y cuando recibí la noticia de que iba a recibir este libro tuve una sensación de vértigo. ¿Iba a ser un libro que mereciera la pena o, por el contrario, recibiría una obra realizada como muchas otras, con buena intención, pero con poco acierto?
Tuve que esperar un poco hasta que llegó a casa el ansiado paquete y, al abrirlo, surgió el flechazo entre la obra y yo. Desde la portada del libro, el retrato de un majestuoso gato siamés, realizado con una técnica artística que resalta su pelaje, enmarcado entre flores silvestres, me descubrieron que estaba ante un libro dibujado con cuidado y amor.
Esta intuición se confirmó al comenzar la lectura del libro. Historia de un gato no es una novela, ni un ensayo, ni un cómic. Es algo más. Es la biografía de una maravillosa ilustradora, Laura Agustí, que aprovecha algunos de los acontecimientos de su existencia para ir presentando al lector una intensa historia de amor con un gato y con los animales que han ido apareciendo en su vida.
Este elemento es útil a la hora de establecer la estructura de la obra. En la primera parte nos encontramos con una Laura de siete años y con su herma Marina, de cinco, que tras la separación de sus padres se van a vivir con su madre a la casa de sus abuelos en Valdealgorfa, un pueblo ubicado en la provincia de Teruel. Allí trabaron amistad con una auténtica niñera, Lobito, un pastor de chira; tuvieron varios periquitos a los que Marina liberaba puntualmente, una familia de erizos, y conejos que desaparecían misteriosamente el día antes de que la abuela pusiera en la mesa un sabroso guiso de carne. Eran unas niñas fascinadas, como muchos, con los bichos bola e incapaces de comer caracoles, a pesar de hacerles rabiar tocando sus antenas una y otra vez. Allí también tuvieron contacto con muchos tipos de aves, entre ellos las urracas, los preferidos de Laura y el primer contacto con un gato, Chui, regalo de una vecina. Con Chui descubrió Laura su amor incondicional por los mininos, a los que se ha dedicado tanto en su vida personal como en sus creaciones. Sin embargo, su relación con los gatos tuvo un paréntesis obligado por la cláusula número 7 cuando se fue a estudiar fuera de casa. Según dicha cláusula y ateniéndose a la Ley de Arrendamiento Urbano los dueños de los pisos donde residió Laura prohibían tener animales a sus inquilinos.
Haciéndose eco de este alejamiento personal de los gatos, comienza una segunda parte en el libro, dedicada a la presencia del gato en las obras de arte, donde Laura buscaba gatos para satisfacer su añoranza por estos animales. Comenzando por Egipto y China, pasando por la Edad Media y el Renacimiento y el Barroco, hasta llegar a nuestros días, la autora reproduce con maestría numerosas obras de arte, a las que añade datos curiosos sobre los creadores y sus relaciones con los gatos. Entre ellos destaca la frase atribuida a Leonardo da Vinci, al que se atribuye la frase “Hasta el más pequeño de los felinos es una obra de arte”.
(A partir de este momento la crítica incluye detalles sobre la historia de la obra).
[La vida de Laura deja de estar sometida a la cláusula número7 al reencontrarse con su hermana Marina en el penúltimo año de la carrera. Marina, más anárquica que su hermana, llega a tener en casa al mismo tiempo dos perros, tres gatos, cinco tortugas, siete agapornis (por supuesto en libertad) y un acuario. Comienza así la tercera parte de la obra, en la que Laura retoma el contacto con los animales y se dirige directamente al receptor. Es poco después, al trasladarse a Barcelona con su novio, cuando la autora adopta al gato que ocupa la obra, Oye, un precioso cachorro de color prácticamente blanco. Tras abordar el árbol genealógico de Oye, Laura se dirige directamente al lector y le ofrece una serie de consejos, muy prácticos, si se decide a adoptar un cachorro.
También aconseja sabiamente sobre el modo de introducir un segundo gato en el hogar e informa sobre la gatoterapia, de cuyos principios ofrece un pequeño resumen, con algún ejemplo histórico muy interesante.
En este momento la escritora e ilustradora pasa a contarnos su día a día con Oye y las relaciones que se establecen entre ellos, con otras personas y animales. Así, a pesar del fracaso sufrido al intentar introducir un segundo gato en su casa, Laura y su novio consiguieron que Oye aceptara la presencia de un perro al que llamaron Crasti, Las claves para alcanzar el éxito ocupan también una parte de la obra. El distanciamiento entre Laura y su pareja reforzó los lazos con su gato, que pasa a formar parte de los tatuajes de sus brazos. Con los años, Oye enfermó y Laura dependía anímicamente de él. Gracias a esta vivencia escribe unos consejos para hacer que los gatos ancianos se sientan cómodos en casa. A pesar de tener siete vidas, el final llega también a los gatos, y la muerte de Oye dejo un vacío en el corazón de Laura. La artista se sume en un profundo duelo cuyas fases analiza, así como la manera en que consiguió superar su tristeza y volver a tener entre sus brazos dos adorables gatas.]
Desde el punto de vista gráfico la obra es un regalo para los ojos de cualquier persona a la que le guste la ilustración. Con un estilo realista y lleno de pequeños detalles Laura Agustí demuestra no sólo que es una de las grandes en el ámbito de la ilustración literaria sino también una gran observadora y amante de la naturaleza.
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