De bestias y aves

Conocida como la maestra de la angustia, la autora española Pilar Adón nos introduce una vez más, en “De bestias y aves”, en una historia inquietante, asfixiante, ¿onírica?
Es la historia de una mujer herida que va a parar a una casa donde vive una comunidad de mujeres rodeada de una naturaleza y de unas circunstancias que determinarán todo su comportamiento.
Coro, la protagonista, es una mujer atrapada en el recuerdo de una hermana muerta, atrapada en la culpabilidad. Es una artista urbana acostumbrada a reflejar en sus obras una idea cándida, idealizada y romántica de la naturaleza, hasta que llega un día en que se sumerge completamente en ella para descubrir su salvajismo, su crueldad.
La novela empieza “in media res” y posee una curiosa estructura circular, envuelta en una atmósfera enrarecida, desasosiegante, donde la naturaleza y especialmente el agua aparecen como personajes cruciales, junto a la anciana sabia y la niña que lo pregunta todo.
En la comunidad de mujeres, jerarquizada, a la que llega Coro, impera lo atávico, las preguntas sin respuestas, lo que nos conduce a reflexionar en lo colectivo frente a lo individual, en la comunicación frente a la incomunicación.
Aislamiento, miedo, huida, son las palabras clave de esta novela, según la propia autora.
En “De bestias y aves” el hombre supone una amenaza, es un intruso que rompe la armonía, pues afirma que todo es suyo y que la comunidad de mujeres tiene que marcharse de Betania, el nombre de la casa, un evocador nombre bíblico, el lugar donde se produjo la resurrección de Lázaro.
En “De bestias y aves” impera el simbolismo. Hay todo un universo de sensaciones, de emociones, olores, sonidos, donde es el lector quien tiene que decidir, dilucidar lo que está pasando o no está pasando realmente. Y no es precisamente una lectura cómoda o placentera. Solo intrigante. Y no es para todos, por mucho que la crítica la ponga por las nubes desde su publicación en el año 2022.

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