Da dolor de Pilar Adón
Todos lloramos a alguien. A todos nos llega la hora. O, como decía mi abuela, el que no tenga que espere. |
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/Encuentro. Pilar Adón y Pablo d'Ors, introduce y modera Beatriz Nogal. Dos escritores que nos hablarán de las casas y los hogares que aparecen en sus libros, así como sobre el modo en que muchos de sus personajes encuentran en el silencio (y en los ruidos) de los lugares nuevas formas de conocimiento, maneras nuevas de habitar el mundo y el cuerpo. A cargo de Pilar Adón y Pablo d'Ors. Introduce y modera Beatriz Nogal. Viernes 19 de abril a las 18:30 h. Salón de actos. Biblioteca Regional de Madrid "Joaquín Leguina" Entrada libre hasta completar aforo.
Da dolor de Pilar Adón
Todos lloramos a alguien. A todos nos llega la hora. O, como decía mi abuela, el que no tenga que espere. |
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De bestias y aves de Pilar Adón
Dejarse rozar por las hojas de las plantas o, finalmente, dejarse caer boca arriba y acceder a que los parásitos hicieran con su cuerpo lo que fuera que hacían los parásitos con los cuerpos. Que el suelo vibrara bajo su espalda y se abriera en una sima para acogerla, envolverla y abrazarla hasta dejarla inconsciente y de ese modo permitir que descansara de una vez. Advirtiendo en su asfixia cómo le entraba tierra en los ojos y los labios. Cómo le arañaba la piel. Cómo le crecía arena en la lengua y arena en la garganta. En la nariz. Sin poder respirar aire, solo masticar guijarros. Al tanto de que un montículo verde crecería sobre ella poblado de helechos y de flores campánula. Una zarza. Un peral. Al que se aproximarían los mamíferos y los pájaros sin saber que ella vivía debajo, con los ojos abiertos. Preguntándose qué hacía allí y por qué se estaba dejando pudrir allí. Tras haber metido la cabeza en un agujero.
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De bestias y aves de Pilar Adón
Y esa conciencia de lo accidental o tal vez de lo premeditado de manera inimaginable hizo que en ese momento, ahí, junto a las raíces del árbol, aplastada bajo el paño azul del cielo y próxima a un lago que no había visto, cercado por una roca, abriera la boca y empezara a gritar. Con la máscara griega del alarido adherida a la cara. Como en una obra de teatro.
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De bestias y aves de Pilar Adón
Con la impresión de no existir como carne. Haberse convertido en otra cosa. En un trazo de carboncillo. En la cuerda de un violín.
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El mes más cruel de Pilar Adón
Si se desea hacer algo, hay que empezar a hacerlo y no pensar más. Porque el pensamiento sólo dilata el no hacer nada y deja pasar las horas en una estéril sucesión de instantes pensados que no significan gran cosa. Sólo consideraciones o recuerdos que la mayoría de las veces son torturas y además torturas lastimosas de un dolor ilocalizable, que no es físico y que no se puede acallar con medicamentos. Un dolor continuado. Un dolor soberano que persiste y persiste.
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La edad de la inocencia