El gaucho indómito: De Martín Fierro a Perón, el emblema imposible de una nación desgarrada

¿Por qué la figura del gaucho resultó la elegida para encarnar los valores de la argentinidad? ¿Cómo es posible que un poema sobre un gaucho desertor que reniega del estado haya devenido en la obra fundacional de la nación? Ezequiel Adamovsky aborda estas y otras preguntas en un ensayo que recorre los distintos avatares de la figura del gaucho y sus usos políticos y simbólicos desde las guerras de la independencia hasta el peronismo, pasando por ese momento crucial que fue la organización del estado nacional a manos de la oligarquía y las clases liberales ilustradas, y la llegada de la inmigración europea como mano de obra para llevar a cabo la modernización del país.

Adamovsky explora la caracterización del gaucho y sus usos políticos desde dos frentes distintos y complementarios: la cultura letrada de las élites por un lado (aquí podemos ubicar a varios escritores de la gauchesca, y a quienes canonizaron al Martín Fierro desde la academia, como Rojas, Lugones, y el mismo Borges,) y por otro la cultura popular, de transmisión oral (los circos itinerantes que representaban episodios de la vida de Juan Moreira, las versiones de transmisión oral de la poesía gaucha, los payadores y los músicos de folklore como Buenaventura Luna o Martín Castro). Cada una de ellas desarrollará su propia versión acerca de cómo el gaucho encarna los valores de lo nacional: la cultura letrada tenderá a representar al gaucho con rasgos europeos, como emblema de trabajo y de valor (enfocándose sobre todo en su rol en las guerras de la independencia) y contrapondrá su imagen con la del recién llegado inmigrante que representa un elemento bárbaro y foráneo. La cultura popular, por su parte, tiende a enfatizar el carácter mestizo del criollo, su actitud de rebeldía frente a los atropellos del estado, su valor en relación a la defensa de los más débiles y su participación en las montoneras. En su versión popular, el gaucho se contrapone al terrateniente y a los capitales extranjeros que vienen a destruir su mundo idílico, alambrando la pampa y proletarizando al trabajador rural.

Adamovsky hace un recorrido interesantísimo y ampliamente fundamentado con el análisis de fuentes acerca de las transformaciones de la figura y cómo se identificaron con él grupos sumamente diversos por distintos motivos. "(...) Más que algún supuesto consenso acerca de qué somos o debiéramos ser los argentinos, el emblema gaucho encapsula nuestros desacuerdos y enfrentamientos políticos, de clase, étnicos y raciales (además de los de género, puesto que excluye a las mujeres)." Adamovsky concluye que "el nosotros argentino persiste a pesar de todo, acaso animado por la promesa y el deseo de una hermandad sin embargo inalcanzable. El gaucho indómito es el emblema de su existencia, y al mismo tiempo, el índice de las tensiones y fracturas que lo habitan." Una lectura lúcida y recomendable para seguir pensándonos.